Por Inés Tiphaine ([email protected])
Edición: Florencia Romeo ([email protected])
La obra de teatro Jardín imposible habla de Cromañón, en el marco de una entrevista a Javier, un músico al que entrevistan y no se atreven a preguntarle sobre su historia en aquella trágica noche del 30 de diciembre de 2004. Él está dispuesto a hablar, a reconstruir, a contar. Sobrevivió, pero perdió a Mariana, su hermana mayor.
Suben al escenario Paloma Domínguez, Gonzalo García y Agustín Ferrari, tres actores, con una tela blanca de escenografía, que los contiene y abraza, para recordarnos que la tragedia de Cromañón, lejos de caer en el olvido, sigue vigente y sigue doliendo.

El Café Diario habló con Lucía Echeverría, autora y directora de la obra y con la actriz Paola Domínguez, que interpreta a Mariana, sobre el desarrollo de la obra y la reacción del público.
¿Cómo surgió Jardín Imposible?
LE: La historia se fue creando poco a poco en 2021, nació porque tenía muchas ganas de participar en el Laboratorio de Teatro Musical de la Dirección General de Enseñanza Artística del Ministerio de Cultura porteño (DGEART), con la tutoría de Emiliano Dionisi, Fernando Albinarrate y Barby Ovstrovsky. Una vez comenzada la creación, desde mi deseo de hablar un lenguaje musical-teatral, establecí en el laboratorio el lugar para experimentar, para errar, para jugar. Encontré en la tutoría mucho espacio con libertad y un encuentro ameno con mis compañeros de otras obras musicales.
Y fue apareciendo ese Jardín imposible que se terminó convirtiendo en obra.
LE: En ese espacio fueron creciendo los personajes, que en principio eran sólo Mariana e Iñaki, y luego se sumó Javier, con una voz tan fuerte que terminó siendo vital. También fue creciendo la temática musical como faro. El lenguaje de movimiento y el juego lumínico se hicieron fuerte y me ayudaron a contar la historia. No sé si la manera de contarlo, esa especie de fragmentación, ayuda a la interacción con el público, pero sí está contada de esta manera por la naturaleza del personaje de Javier y el juego que implica la vuelta a su memoria.

¿Cómo fue el desarrollo para poder intercalar la música con la historia?
LE: Así es el alma del teatro musical. No parte de la búsqueda de que quede orgánica la unión de la música, por un lado, y la acción teatral por el otro, sino que parte de esa mezcla. Por eso no lo pienso como un desafío. Es parte del lenguaje primitivo de la obra. La música, su cadencia y coreografía es tan importante como el diálogo. Si una canción no hace avanzar la historia, está de más.
¿Cómo trabajaron la escenografía, tan singular?
PD: La escenografía entró en escena por la naturaleza de la puesta en su totalidad. En los últimos momentos de la finalización de la dramaturgia y de la música, ya había entrado a mi cabeza la posibilidad de ser contado con la escenografía como es hoy en día. Se hace pedir, es un motor de avance y organización”.

¿Qué respuesta tienen del público?
PD: La reacción del público viene siendo como la esperábamos, ya que logramos generar una empatía hacia los personajes y sus historias, tal como lo habíamos pensado. La gente no sólo sale conmovida por la tragedia que deben atravesar los personajes, sino también por los otros dilemas por los que tienen que pasar, la vida personal de cada uno antes de Cromañón.
Jardín imposible
El Salvador 4530, CABA
Jueves 6 de abril a las 21
Entradas en la boletería del teatro y por Alternativa Teatral