Las tareas de cuidado recaen sobre las mujeres

Por Lucila Benito ([email protected])

Este Día Internacional del Trabajador se celebra en condiciones peculiares. Como consecuencia de la emergencia sanitaria, muchas actividades están frenadas, muchos han perdido sus empleos y otros tantos han sufrido recortes en sus salarios. Pero no todo se ha detenido ante la pandemia. El contexto requiere de tareas de cuidado adicionales, que recaen principalmente sobre las mujeres.

Las escuelas permanecen cerradas desde el 16 de marzo. Desde el 20 del mismo mes, el aislamiento social preventivo y obligatorio mantiene a gran parte de la población dentro de su casa. En este tiempo, las recomendaciones apuntan a una mayor planificación para economizar las salidas y a cuidados extra en la limpieza y desinfección. En el interior del hogar, estas tareas se cruzan con el cuidado de los chicos y el teletrabajo.

Una situación anterior a la pandemia

El hogar es el ámbito al que tradicionalmente se ha confinado a las mujeres, y las tareas de cuidado, una responsabilidad que se les ha endilgado. Si bien mucho se ha problematizado y ha cambiado con el correr de los años, “el sentido común de una gran parte de nuestra sociedad y de sus instituciones parecen responder a esa mujer y a esa representación tradicional de lo femenino, reflexiona Nora Goren, Directora del Instituto de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de José C Paz (UNPAZ).

ONU Mujeres indica que el tiempo que ellas dedican a las labores domésticas es entre una y tres horas superior al que destinan los hombres. Además, el tiempo diario que ocupan en la prestación de cuidados a hijos e hijas, mayores y enfermos, es entre dos y 10 veces superior. Con todo esto, ellas destinan entre una y cuatro horas diarias menos a actividades de mercado.

En la región, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), antes de la pandemia las mujeres ya destinaban entre 22 y 42 horas semanales al trabajo en la casa y a las tareas de cuidado.

El uso del tiempo en el trabajo no remunerado no se valora como debiera, ni se releva a través de la estadística en Argentina. Hacerlo “sería la principal herramienta para cuantificar esa cantidad de tiempo y valorizarlo en términos mercantiles , destaca María Julia Eliosoff. Ella es economista feminista y docente de la Universidad Nacional de la Plata y la Universidad de Buenos Aires en materias de economía y género. 

A su vez, explica que países que sí realizan estos estudios desde el Estado, como México y Uruguay, identificaron que el trabajo no remunerado “alcanza una proporción del PBI del 20 al 25 por ciento dependiendo del país, que es un número muy importante”. 

Trabajo extra por el coronavirus

Entre las recomendaciones que se han difundido se encuentra la de limpiar diariamente superficies que se tocan con frecuencia. Al volver de la calle, hay que lavar toda la ropa, bañarse, limpiar uno a uno los productos comprados y desinfectar los pisos. Es todo un trabajo al que nadie, ni hombres ni mujeres, estaba habituado.

Las tareas aumentan para todas las personas del hogar, pero quienes incrementan las actividades recreativas en el interior de la unidad doméstica son los varones. Eso nos habla claramente de una brecha que sigue existiendo”, explica Goren. El dato surge de un estudio enfocado en la representación social de los cuidados, realizado por el Observatorio de Género y Políticas Públicas de la UNPAZ junto a Celeste Jerez y Yamila Figueroa

Lo que ha hecho la emergencia sanitaria es evidenciar la desigualdad que existe en el uso del tiempo”, subraya Eliosoff. Desde su punto de vista, también se pone de manifiesto la importancia de las tareas domésticas y de cuidado, la cantidad de horas que implican, y que son las mujeres quienes las llevan adelante.

Natsumi Shokida, economista y miembro de Economía Femini(s)ta, afirma que si bien esas asimetrías no son propias de la cuarentena, “sí se ven reforzadas en este contexto”. Además, recuerda que la sobrecarga en las tareas de cuidado no sólo se debe a la limpieza, que requiere más atención y se vuelve más frecuente con todos en casa. 

Hay un montón de chicas y chicos que tienen que sostener la escolaridad en este contexto y por lo general son mujeres las que acompañan las tareas de educación. Eso que ahora está depositado en las casas porque no se puede ir a la escuela, también está recayendo sobre las horas de trabajo de un montón de mujeres”, señala. 

La economía del cuidado

Dentro de la economía feminista, todo esto se entiende desde el concepto de economía del cuidado “que pone en evidencia la interrelación que existe entre los cuidados y el funcionamiento del sistema económico”, explica Eliosoff.

Para que existan personas que lleguen a hacer un trabajo remunerado es necesario que exista un ejército de personas realizando tareas no remuneradas de sostenimiento de la vida”, precisa. A su vez, califica de injusta” la forma en que ese cuidado se organiza, produce, distribuye y recibe dentro de la sociedad.

“Entre el mercado, el Estado, las familias, y la comunidad, hay una distribución desigual, porque principalmente son los hogares los que se hacen cargo, pero además porque en cada uno de estos dispositivos hay tareas que están feminizadas, de las que se ocupan principalmente las mujeres, indica la economista feminista. 

Al decir esto, se refiere al trabajo de las docentes en las escuelas, de las enfermeras en el ámbito de la salud. Y también incluye a todas las mujeres que ayudan con el cuidado de niños y niñas, además de prestar servicio en espacios de cuidado de adultos mayores.

Los cuidados en el ámbito de la salud

“En un contexto en el cual muchos de los trabajos no se pueden realizar por la cuarentena, los que sí se mantienen y que tenemos que reforzar son los que están feminizados y hoy cobran mucha relevancia, destaca Shokida. Con esto se refiere a que el cuidado no es sólo en el interior de la casa. También resulta fundamental puertas afuera, por ejemplo en el rubro de la salud. 

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más del 70% de los trabajadores sanitarios del mundo son mujeres. Esto equivale a 100 millones de mujeres que trabajan en instituciones sanitarias y de prestación de cuidados. Además del trabajo extra en tareas domésticas, a ellas se les suman los turnos más largos.

Si bien el sector de la salud goza de un amplio reconocimiento en estos momentos, las mujeres siguen quedando opacadas. En el estudio que realizó Goren, tomó como indicador de reconocimiento los aplausos de las 9:00 de la noche. Le preguntaron a las personas a quién aplaudían, y la respuesta fue “a los médicos”.

“Raramente decían que reconocían a las enfermeras o a otras trabajadoras de la salud, así como otros trabajos que son esenciales. El reconocimiento nos remite a una valoración, y lo que la sociedad valora mayoritariamente es a los médicos más que a las enfermeras”, explica Nora Goren.

Es un momento privilegiado para no pensar solamente en el reconocimiento de las tareas, porque al reconocer quizás no redistribuimos, y el desafío es que haya mayor igualdad, mayor equidad”, agrega.

Otras profesiones feminizadas

La docencia es otra profesión típicamente feminizada y que en esta época de pandemia sufre una sobrecarga. “Al tiempo de cumplir con la cuarentena y resolver las cuestiones domésticas, las mujeres también están con una carga bastante particular de trabajo para sostener la educación en este contexto”, señala Shokida.

“También tenemos que pensar en las mujeres que trabajan en el servicio doméstico, destaca la economista. Agrega que es una rama “muy informal” que “tiene los peores salarios de la economía”, pero “es un sector de empleo muy grande para las mujeres, ya que una de cada cinco mujeres ocupadas en Argentina se dedica a esto”. Sin embargo, aunque su trabajo sea tan importante, el contexto evita que lo puedan realizar, por lo que no pueden cobrar.

La desigualdad no es sólo de género

Hay una desigualdad que se profundiza a nivel social y económico. “Las personas de mayores ingresos tienen posibilidad de elegir a qué cuidados acceder. Pueden elegir contratar una empleada doméstica o una niñera, comprar mucha comida hecha, o enviar ropa al lavadero; mientras que los hogares de ingresos más bajos no tienen esa posibilidad”, explica Eliosoff.

Poder prescindir de las tareas de cuidado le deja más tiempo a las mujeres de algunos sectores, ya sea para trabajar de manera remunerada, para estudiar o para dedicarlo al autocuidado.

Según indica la economista, esto también repercute en los empleos que una puede tener, porque en un empleo cuando se habla de la buena presencia, se pide esto, pero también por las condiciones en las que una puede llegar a un trabajo después de haber descansado o tras haber trabajado 15 horas”

Shokida señala otra desigualdad más: “no es lo mismo para las mujeres que viven hacinadas en barrios precarios, o en familias que no tienen acceso a servicios básicos de agua o gas. Cuando las principales pautas de cuidado son de higiene, no contar con servicio de agua corriente promueve a la desigualdad como una de las consecuencias de esta situación”

Una parte de la sociedad está probando recetas nuevas y cocinando casero mientras trabaja en su hogar con teletrabajo. La otra mitad está preguntándose cómo va a hacer para comer porque no tiene los ingresos«, apunta Lucía Cirmi Obón, Directora Nacional de Políticas de Cuidado del  Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. «Ahí está el Estado, muy presente con el refuerzo de ingresos a través de distintas medidas”, añade.

Frente a la decisión de prolongar la cuarentena, hubo quienes plantearon si lo que se debía preservar era la vida o la economía. Shokida considera que la dicotomía se pierde ante la situación de quienes padecen el “estar encerrados sin tener qué comer al final del día” porque no pueden salir a hacer el trabajo que diariamente les da sus ingresos. 

Tareas de cuidado en la agenda pública

Cirmi Oblón indica que incluir las tareas de cuidado en la agenda pública “implica reconocerlas como un trabajo, asociar derechos a las personas que necesitan cuidar, y otorgar derechos a cuidar a todas las personas, no sólo a las mujeres, que son quienes hoy tienen el permiso social para hacerlo, y no tienen reconocimiento”

En esta línea, señala que el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad lanzó una campaña de cuarentena con derechos. En ella se habla de “la importancia de hacer la corresponsabilidad en los cuidados de la familia”

“Esto quiere decir que más allá de cómo esté conformada la familia, siempre hay un trabajo de cuidado que puede ser distribuido de una forma más equitativa. Todos tienen que hacer su parte en las tareas de cuidado”, precisa Cirmi Oblón.

Para dar cuenta de ello, se retomaron algunas frases que se escuchan a diario, en una invitación a repensar esta situación de la mujer a cargo de los cuidados que se tiende a naturalizar. 

Sobre las medidas que se pueden tomar para mejorar esta situación desigual, la Directora Nacional de Políticas de Cuidado señala que lo primero es reconocer ese trabajo«. Luego, indica que se deben «armar programas específicos que otorguen ese cuidado y políticas públicas muy claras, que den la misma responsabilidad en el cuidado tanto a mujeres, como a varones y a otras identidades

Estar en casa, un peligro para muchas

La situación de las mujeres en cuarentena no solo se complejiza por el trabajo extra. Los femicidios aumentaron durante el aislamiento, ya que para muchas quedarse en casa implicó encerrarse con su agresor. 

“Si bien la cuarentena es para cuidarnos, hay que tener en cuenta la violencia de género que sufren muchas mujeres, trans y travestis, que no deja de existir«, destaca Shokido. «Se ven mucho más vulneradas en este contexto por la imposibilidad de ir a otro lado«, agrega.

Hace una semana, se exceptuó del cumplimiento del aislamiento social a los establecimientos para la atención de personas en situación de violencia de género. Además, se amplió la capacidad de atención de la línea 144 por WhatsApp a través de un convenio con Facebook.