¿Se puede dejar la ciudad y vivir de otra manera?

Por Lola López (www.instagram.com/quailola)

Edición: Florencia Romeo ([email protected])

Se dice que la pandemia impulsó y fortaleció una idea que ya flotaba en el corazón de muchxs: dejar la ciudad, vivir de otra manera. Así nació Abre, un proyecto de barrio comunitario, un lugar para vivir en conexión con la naturaleza y en equilibrio entre la intimidad de cada familia y los espacios comunes.

«Todavía estamos en la búsqueda del terreno, estuvimos recorriendo muchas localidades y proyectos hermosos que nos inspiraron en muchos sentidos» dicen Damián y Patu, los gestores de esta iniciativa llamada Abre Comunidad Conciente. «Efectivamente esto surge como una necesidad de cambiar de vida a causa de una especie de revolución interior que nos hizo reflexionar y nos abrió la conciencia«.

Una familia que busca otra forma de vivir.  Foto: Damián Caputo.

«Fue una transformación que hicimos juntxs Patu y yo, de la mano, en simultáneo. Fuimos adentrándonos en nuestras búsquedas personales mediante charlas compartidas, reflexiones y libros, acceso a información y cambios de rumbo, paso a paso» cuenta Damián y es el punto de partida para comprender de qué se trata Abre.

«En ese camino pudimos ver con claridad dos cosas: lo difícil que es conectarnos con la parte más linda de la vida, la belleza, la libertad, el arte, la contemplación y la solidaridad en este mundo acelerado. Y por otro, tomamos conciencia sobre el estado crítico del planeta, de lo insostenible que es la forma humana de existir, los daños que se generan y la violencia de la cual somos parte, sin quererlo«.

Agrega Damián: «En lo personal, comencé a mirar hacia adentro de mí mismo y a cuestionar mi propia violencia, las costumbres y tradiciones que había dado por verdades, y descubrí que muchos de mis hábitos y aparentes decisiones eran la repetición automática de acciones sin una reflexión genuina, sin pensar si realmente yo lo estaba eligiendo. Y así llegué a revisar mi manera de relacionarme con el mundo y, en general, con quienes convivimos en él«.

En este proceso de cambios internos, Damián y Patu se empezaron a imaginar cómo sería vivir generando el menor daño posible y ahí surgió la idea de crear un espacio en el cual esta forma de vida sea lo cotidiano: vivir en armonía con la naturaleza y entre los humanos, con tiempo para el disfrute y para compartir con otrxs y con todos los «seres sintientes«, es decir, las criaturas que tienen la capacidad de sentir.

Ciudad de las furias

«Lo que nos pasa es que consideramos que las ciudades no son un lugar amable para las infancias, para poder criar en libertad y sin peligros y nos interesa mucho que nuestro hijo pueda crecer en un entorno de mayor cuidado y rodeado de naturaleza» destaca Patu. «De un tiempo a esta parte la vida en la ciudad se ha vuelto muy alienante, agotadora, con una dinámica que no permite conectarse con unx mismx«.

Damián reflexiona y considera que las causas de esta desconexión son, por un lado, el aumento del control social por parte del Estado, con sus cámaras por todos lados, la burocracia y los aumentos impagables en los servicios y, por otro lado, la invasión de la vida por parte del mercado con la publicidad, la contaminación visual y sonora. Ante tanto agobio, cobró fuerza la idea de irse a algún lado donde vivir con la mayor autonomía posible y con otra velocidad que permita la calma y la contemplación.

En este camino se encontraron con otras personas a la que les pasa lo mismo, que quieren irse y que efectivamente se están yendo. «En nuestro caso nos interesa hacerlo de manera colectiva, en tribu» aclaran. «Creemos que el modelo de familia puede resultar limitado en algunos sentidos y que las formas de organización colectiva pueden resolver muchos problemas cotidianos vinculados a la autonomía, la crianza y al cuidado«.

Para concretar el proyecto Damián y Patu hace dos años que realizan convocatorias en parques de la ciudad, a través de las redes sociales, y se acercan muchas familias que están en la misma situación. Sin embargo «salirse» de una dinámica de vida urbana requiere resolver muchas cuestiones y tomar decisiones, que no siempre son fáciles. También el factor económico es una barrera, aunque el desafío de Abre es intentar que no sea un impedimento.

«Los famosos ‘cien barrios porteños’ hoy son una leyenda, ya casi no existen los barrios«, resumen. «Los negociados se adueñaron de la ciudad y los espacios verdes fueron invadidos por esa especulación inmobiliaria, lo cual hizo que barrios que eran muy tranquilos fueran desapareciendo. En muchos casos el acceso al sol fue privatizado, solo si tenés dinero podés ver el atardecer«.

Una de las convocatorias realizadas a través de un posteo en la cuenta de Instagram de Abre.

Unidos y autónomos

En cuanto a cómo sería la vida en el día a día en la comunidad, Damián y Pato sueñan con un grupo de personas que se sientan parte de un todo, pero sin perder, a la vez, la autonomía personal o familiar. «Lo que deseamos es poder encontrar una dinámica de barrio comunitario en la cual haya un justo balance entre el compartir y la privacidad» explican. «Creemos que uno de los pilares que se está cayendo es el individualismo propio de la vida moderna, la despersonalización y la ausencia de profundidad en los vínculos sociales: saber quién vive al lado, qué cosas disfruta, cuáles le disgustan, qué momento de su vida está pasando o si necesita ayuda es casi un imposible en las gigantes ciudades«.

«Como dice el filósofo Serge Latouche, hay muchas otras formas de enriquecer nuestras vidas, que están vinculadas a diferentes dimensiones de la existencia: los vínculos, el ocio, el arte, la espiritualidad, los placeres y la sexualidad, el compromiso con la realidad, el cuidado de los seres que nos rodean, por eso creemos que la dinámica humana (el diálogo, la búsqueda de consensos y la comunicación no violenta) es el pilar que sustentará este proyecto«.

Es curioso porque, al mismo tiempo que hay mucha gente que valora la ruralidad, el sector agropecuario se queja porque dice que el urbanista no conoce el campo. ¿Qué opinan?

Es cierto que para quienes vivimos en ciudades la vida rural es algo muchas veces bastante lejano o desconocido. En nuestro caso, lo que nos planteamos no es llevar una «vida de campo», sino disfrutar de la naturaleza. Tanto nuestra familia, como las demás, tenemos nuestros trabajos y oficios que intentaremos sostener. En algunos casos eso cambiará, pero buscaremos hacer lo que deseamos, intentando ser felices lo más posible, sin seguir una fórmula, un «hay que». Pienso que no existe una sola manera de vivir, y nosotrxs buscaremos la nuestra.

¿En qué etapa están ahora?

Hemos decidido salir a recorrer el país para realmente decidir dónde queremos vivir. Estamos vendiendo todo lo que tenemos y viendo una casa rodante para comprar. Somos actriz y músico, así que el proyecto que arranca es viajar, conocer y conectarnos con lo que queremos para concretar Abre.

1 comentario en “¿Se puede dejar la ciudad y vivir de otra manera?”

  1. “Yo hago lo que me hace feliz, el resto no es cosa mía “.
    Me pregunto si la salida a una sociedad que ha resultado ser horrible por el individualismo es el individualismo.

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