Por Guillermo Tagliaferri ([email protected])
Edición: Florencia Romeo ([email protected])
El estadio cerrado O2 Arena, de Londres, con su capacidad de más de 17.000 espectadores a pleno, fue el escenario donde Roger Federer, uno de los más grandes deportistas de la historia del deporte mundial, ofreció su última función.
No importó el resultado adverso -junto a Rafael Nadal, otro fenómeno del tenis, perdieron el partido de dobles ante los estadounidense Jack Sock y Frances Tiafoe, por el torneo de exhibición Laver Cup-, la emotiva despedida no estaba atada a un resultado.

Hace pocas semanas, Federer había anunciado, en sus redes sociales, su decisión de retirarse del tenis en la Laver Cup, un certamen creado por él mismo, iniciado en 2017 y que enfrenta Europa y a Resto del Mundo, representados cada uno por seis tenistas ubicados entre los top del ranking masculino de la ATP.
«Ha sido un día grandioso, estoy feliz, no triste. Disfruté ponerme las zapatillas una vez más. Fue divertido estar acá con los fanáticos, mi familia, amigos… Estoy muy contento, fue maravilloso. Gracias a todos, los amo. Ha sido un viaje increíble«, declaró, emocionado y con lágrimas en sus ojos, luego de abrazarse con sus compañeros y rivales, mientras era ovacionado por todos los asistentes.

A los 41 años y con 24 temporadas de carrera como profesional, con más de 1500 partidos jugados, el suizo fue cimentando una leyenda que llegó a su fin. Con la efectividad, elegancia y potencia de su brazo derecho, dibujó momentos memorables en canchas de ladrillo, césped, cemento o sintético. Consecuencia de la plasticidad y calidad de su juego, acumuló récords y títulos. Consiguió que la fama internacional de Suiza por sus relojes y sus chocolates quedase relegada por un tenista fantástico.
Nacido en Binnigen, localidad cercana a Basilea, el hijo de Robert y Lynette, marido de Miroslava y padre de dos parejas de gemelos -Myla Rose y Charlene Riva, Leo y Lenny- Roger consiguió, también, romper el viejo cliché que afirma que los suizos son fríos y serios. Durante su recorrido por el exigente circuito tenístico demostró su simpatía, su carisma y su calidez.

Su costado solidario
La solidaridad es otra de sus virtudes. Su Fundación –Roger Federer Foundation– viene haciendo, desde su creación, importantes donaciones a entidades necesitadas de todo el planeta. «Sabemos que una buena educación empodera a los niños al permitirles tomar las riendas de su futuro y desempeñar un papel activo en su configuración. Y confiamos en la mejor voluntad de los padres que quieren asegurar las mejores oportunidades posibles para sus hijos. Durante más de 18 años, mi Fundación se ha comprometido a ayudar a los padres y las comunidades locales a brindarles a estos niños la oportunidad de una buena educación. Hemos llegado a casi dos millones de niños hasta hoy«, asegura.
En su impresionante colección de títulos, Federer conquistó 20 torneos de Grand Slam (8 Wimbledon, 6 Abiertos de Australia, 5 Abiertos de Estados Unidos y 1 Roland Garros), 103 títulos individuales, y fue número 1 del ranking mundial de la ATP durante 310 semanas.

Foto: Twitter de Roger Federer.
Sus dos veces en Argentina
El ahora ex tenista jugó en Argentina en dos oportunidades, ambas en partidos de exhibición. A fines de 2012 enfrentó, en Tigre, a Juan Martín Del Potro dos noches seguidas, ratificando su calidad. En ese viaje se hizo tiempo para maravillarse, antes de pisar Buenos Aires, con la Cataratas del Iguazú.
Volvió a nuestro país en noviembre de 2019 para una nueva exhibición, esta vez en el estadio Mary Terán de Weiss, en Parque Roca, ante el alemán Alexander Zverev, quien reemplazó al lesionado Del Potro, que iba a ser nuevamente su oponente.