Por Mirtha Caré ([email protected])
Edición: Florencia Romeo ([email protected])
Cuenta la autora
Estos son algunos de los poemas que surgieron en mi experiencia de taller con Elizabeth Molver. Gracias a su guía pude direccionar, sin censuras, pero sin atajos, el impulso de escribir —desordenado y caótico—. Sigue y seguirá siendo eternamente perfectible, pero ahí vamos… Y todo sea por obediencia a esa pulsión irrefrenable, a la —casi— necesidad vital de explorar el idioma en el que se me aparecen palabras nunca dichas. Todo sea, como dice Piedad Bonnett, por «desatar los nudos de la razón, por hablar desde un lugar distinto al del pensamiento ordenado«.

Ilustración: Candelaria.
«(…) pero el soldado solo metió ambas manos en las bolsas del
pantalón, se paseó a horcajadas en el patio, rió, y silbó quedamente una canción muy popular. Y toda la suntuosa guerra pasó ante mis ojos«
Fragmento de la carta de Rosa Luxemburgo a su amiga Sophie Liebknecht mientras estaba presa en Breslau, víspera del 24 de diciembre de 1917
Habrá un día
en que se devele el secreto:
la vida vence porque es vida.
No habrá lobos
ni corderos
ni hombres
para servir al hombre
la palabra hermano
recobrará el sentido.
Saldrá el sol tibio
tras larga noche oscura
y la muerte de hielo
se volverá agua clara.

Ilustración: Candelaria.
El vagón
-Liniers-
calor
cuerpos, más calor
subimos a empujones
me aflojo el barbijo de la pandemia
está que explota el vagón
de calor
de pandemia
de cuerpos
no puedo alcanzar el auricular en la mochila,
estoy inmovilizada
voy a cantar una canción en mi mente
pero la boca de un cuerpo habla
dice que viajamos como animales
yo pienso
que como cuerpos viajamos
como cosas
pedazos de una máquina
pero no somos cosas, pienso
tampoco animales
somos personas
¿somos personas?
-Ciudadela-
me acuerdo de «No tengo boca y debo gritar«. Secuestrados por una computadora, torturados hasta la eternidad. Pero Ted se sacrifica por todos, aunque se vuelve una masa de carne sin boca condenado a la inmortalidad.
un cuento sobre el odio humano
o sobre el sacrificio por los otros
o sobre el gusto de vencer,
al menos una vez,
vencer
¿y yo?, ¿me sacrificaría como Ted?
¿y qué sería vencer para mí?
qué sé yo…
pero ¿por qué pienso en todo esto ahora?
-Ramos-
necesito escaparme del vagón
busco algo en mi mente que me aleje
una canción
dale, ya, una canción
el codo de un cuerpo se me clava en la espalda
quiere mover la mano para alcanzar su celular
imposible
los cuerpos no podemos movernos
amalgamados
como pedazos de una máquina
cada uno, una pieza
-Haedo-
calor
está que explota el vagón
de cansancio
de pandemia
de cuerpos
busco con los ojos
el ángulo de vidrio en la puerta que los cuerpos no llegan a tapar
quiero ver el grafiti de siempre
«al pedo laburar», versos de aerosol en la pared del andén
intento nuevamente irme:
en una canción pensá, dale
-Morón-
pero la boca de otro cuerpo dice
«Siempre lo mismo, Tren de mierda…»
pero, ¿quién es Tren?, pienso yo
dale, tarareá algo en tu cabeza, aunque sea
me fugo en los ojos de la nena a upa de su mamá en el primer asiento
solo se le ven los ojos, el barbijo le tapa media cara
son hermosos, negros y profundos
se achinan, creo que me sonríe
me quedo viéndola
quiero pedirle perdón con mi mirada
perdón Nena, perdónanos a todos
por este vagón,
por este mundo…
los ojos se achinan más, se baja el barbijo
me muestra una boca graciosa con algunas ventanitas sin dientes
parece que nos perdona
-Castelar-
la primera boca que habló vuelve a decir
«¡como animales viajamos!»
y sí, tengo ganas de decirle yo
pero no como cualquier animal:
como corderos
mansos cuerpos de corderos alienados.
-Ituzaingó-
faltan dos estaciones
tengo que concentrarme en recordar una canción
una canción…
«que me mate la tristeza,
que me duerma,
que me aturda…
ya está
…y en el frío de esta mesa
-Padua-.
vos y yo
los dos en curda…«
-Merlo-.

Ilustración: Candelaria.
Escribo arrugas
líneas ramificadas en versos
que se expanden por manos, cuellos, caras
ríos vistos desde algún satélite
y como los ríos
no se detienen
cruzan sus cauces y se entrelazan
afluentes que desembocan
engrosando más y más líneas
que inexorables avanzan con el tiempo
yo las escribo
vencida ya
derrotada
no sucumbo más al mercado que dice combatirlas
¿para qué?
a veces las escribo en papeles que luego terminan hechos un bollo
arrugados conteniendo arrugas
y otras veces,
se convierte en grulla en un papel plegado
pliegues de grullas arrugadas
escribo arrugas
como alas que vuelan
Acerca de la autora
Victoria Virué (Presidente Derqui, Buenos Aires, 24 de febrero de 1977). Actualmente reside en el partido de La Matanza. Es Profesora de Educación Musical, tarea que desempeña tanto en establecimientos educativos como en talleres de iniciación musical para niños y niñas. Como intérprete, integró distintos proyectos de música de cámara, folclórica y ciudadana.

Está comprometida con el movimiento de mujeres; participa de colectivos feministas independientes y forma parte de la organización Círculo de Amigas Feministas (CAF).
Además, asiste al taller de poesía que coordina y dirige la poeta y docente Elizabeth Molver. Carta (Macedonia, 2022) es su primer libro de poesía. También es mamá de Candelaria, quien realizó las ilustraciones que acompañan su libro.