Poesía, por Nelson Acevedo

Selección: Mirtha Caré ([email protected])

Cuenta el autor

Estos poemas tienen la intención de reconstruir desde el barrio que me crió, La Boca. Todo lo que me ayudó a decir, así como también el vínculo con mi familia y las cuestiones cotidianas. Es una mirada a través de ellos.

Este es el material con el que pude construir historias y mezclar situaciones, para recrearlas. Estoy embebido en ellos. Habitándolos. Como el casero de una obra en construcción. Mirar en retrospectiva, pero con un caleidoscopio anclado en la fuerza emotiva. Es posible que estos textos sean parte de mi segundo poemario.

Los andamios de una vida

El cielo es un nivel

de esos que se usan para la construcción

donde todo queda suspendido

un equilibrio de mercurio

entre marca y marca una burbuja

entre ojo y ojo

la mirada 

que sostuve con un peso innecesario

hasta que se achicó

un cíclope entrando a las letras

un material salpicado a la cara

el paisaje un andamio que se cae

En el barrio de La Boca, entre sus barcos en el Riachuelo, nace la poesía de Nelson Acevedo.

Las novias de Migñaquy

(donde aprendí)

decían que besaba bien

la Boca sensual escondía un anzuelo de infancia

que mi padre me había instalado en la lengua

Él era de esos albañiles que cuando se secaba

en el fondo del balde el material 

quería recuperarlo

levantaba paredes rotas

se iban descascarando

como todo lo que intentaba 

con su brutalidad

una foto dañada y recurrente

que luego me permitió besar más dulce

El otoño desde la terraza

las sogas desnudas, entrelazadas 

en nudos tirantes

sostienen los 21 grados

que mide 

el punto de las cosas

el viento desaloja la humedad

la mirada se oxida

viendo menos hilos que trazan

las divisiones

de los techos

de los patios en la sogas aliviadas 

al caer la tarde mordida por los broches

luces como líneas en fuga

la tarde puede ser roldana quejosa 

un mecanismo 

de las telas que nos cubren

Cartas

una respiración por cada recuerdo:

laurel y porotos transpirando al vapor

verduras cortando a medias 

la tabla de la media mañana

Guisos que ablandan la mandioca

-crucifijos leñosos en la tierra-

aromas que calman los moretones

incendiados del suelo

Misiones: el Mbejú y las distancias

los chamamés conmovidos

las plantas creciendo sobre tus manos

los surcos y las venas

todos los caminos

Escribías cartas a escondidas

en la intimidad con la cortina de tela

las leías arrugando la emoción en el pecho

como Guayasamin

Las estampillas: próceres o animales

alguna flor del ceibo o mburucuyá

la letra ebria de la distancia

Veía en tu cara todas las cosas que se escriben

y las que no

-que son la mayoría-

Familia palo borracho

En la palma de mi mano se dibuja con las venas

un palo borracho

Mi viejo, el padre de mi viejo que no conoció la palabra

abuelo

mi abuela que tomaba las orfandades de sus hijxs

mi otro abuelo -Pedro- 

que repartía diarios en la ruta misionera luego que perdiera

una pierna

piedra caliza roja

un taburete le cubría un poco

la sombra del sombrero 

dibujaba con su cuerpo

árbol botella

en el patio de mi escuela

entre los recreos en el piso de baldosa

rebotaban con miedo sus frutos

luego flor hermosa y algodón

un listado como cartografía genealógica

palabras robustas del álbum 

*

Los pajaritos se pasan el pronóstico del aire y levantan quinielas en los árboles del atardecer, se viene la tormenta.

*

Nelson Acevedo

Acerca del autor

Nelson Acevedo (1978). Nació en la ciudad General San Martín, provincia de Chaco, y se crió en el barrio porteño de La Boca. Es electricista matriculado y licenciado en Trabajo Social. Como escritor, publicó el libro de poesías Palabras que no guardé (El Escriba, 2011) y se encuentra trabajando en la edición de su próximo poemario.

Algunos de sus textos fueron publicados en diversas antologías y otros recibieron menciones y premios en certámenes de Argentina y Chile. Desde 1998 hasta 2003 participó de la revista literaria Banquete de Escritores. Actualmente integra la editorial autogestiva Puño, papel y tijera. Además, organiza junto a Sebastián Realini, poeta y gestor cultural, el ciclo de música y poesía Donde nuestro paso corta la oscuridad.