Paulo Freire y la pelea desigual entre una docente y su alumno dentro de un aula

Por Julio Jerusewich ([email protected])

Editada por Cecilia Oliveros ([email protected])

Septiembre trae consigo en la solapa de sus efemérides el centenario del nacimiento de Paulo Freire, pedagogo y filósofo brasileño, cuyo trabajo más influyente tuvo su nirvana con la Pedagogía del oprimido, traducido en inglés y en español en 1970.

En su obra cumbre, Freire observa que la educación tradicional aborda a los educandos como recipientes donde será depositado el saber. Concepto que sintetizaría en lo que denominó educación bancaria o pedagogía tradicional de los opresores.

O sea, el educador es el único poseedor de conocimientos (su bagaje) que va a transmitir a los alumnos, de forma tal que estos se convierten en sujetos pasivos y, por lo tanto, en sujetos oprimidos. En este esquema, los alumnos reciben, memorizan y repiten.

Paulo Freire, pedagogo y filósofo brasileño.

Cuanto más vaya llenando los recipientes, tanto mejor educador será y cuanto más se dejen llenar dócilmente, mejores educandos serán. Por ello, Freire interpela y remueve cimientos de la estructura pedagógica al fomentar el paso de la conciencia intransitiva y pasiva, a la conciencia activa. De la conciencia ingenua a la conciencia crítica y activa. Hasta promover una mentalidad transformadora y revolucionaria. 

La sociedad de los poetas

Laura Radetich (59) es profesora de historia de la Escuela Secundaria Técnica N° 2 ‘María Eva Duarte’, de la localidad de Ciudad Evita, partido de La Matanza. Radetich protagonizó un vehemente video que se viralizó por las redes la semana pasada y que, de haberse producido en la sobremesa post asado en un quincho con amigos, hubiera caído de uno de los dos lados, cada vez más acentuados, de la grieta.

Nada fuera de lo normal, dentro de la nueva normalidad colérica. Pero sus gritos retumbaron dentro de un aula y el destinatario fue un alumno que pretendió repreguntar. Los rugidos de la docente atropellaron cualquier resquicio para un intercambio.  

«Eso no es un debate. En primer lugar, el episodio se enmarca en una relación asimétrica entre docente y alumno, y en segundo lugar, esta asimetría está enfatizada comunicacionalmente por la intemperancia, la agresión que ejerce la docente sobre el alumno. Algo que no es normal. La posibilidad de un debate político en el aula es fantástica y es una de las conquistas de quienes hemos luchado en los sesenta y en los setenta sobre las reformas, algunas de ellas que provenían del Mayo francés», grafica el sociólogo Ricardo Rouvier.

La docente Laura Radetich.

«A partir del legado de Paulo Freire, nosotros señalábamos injusticias y la necesidad de igualdad en el debate», sintetiza Rouvier. «Lo sucedido con Laura Radetich no fue un debate. Es una persona que le grita a otra. La profesora tiene la libertad de opinar lo que quiera, pero también debe tener en cuenta su obligación, porque lo que está sucediendo en ese momento no es una discusión callejera sino que es un intercambio en un ámbito pedagógico donde el alumno está en un proceso de aprendizaje y un docente que también está en un proceso, pero de enseñanza. Todo esto enmarcado dentro de la institucionalidad escolar».

Rouvier, quien además es Doctor en Psicología Social y consultor, retrata que la relación docente-alumno es para que éste último aprenda a pensar, a colaborar con herramientas, a que fundamente sus pensamientos con previa investigación. «No se trata de transferir qué es lo que se debe pensar. Eso es otra cosa. Radetich no toma esos principios educativos. Nosotros en el pasado luchamos por optimizar la relación postmoderna entre docente y alumno y, naturalmente, dejar afuera toda forma de autoritarismo. Y el autoritarismo se ejerce, se lleva a cabo o se grita, como en éste caso», sentencia.

Se ha mencionado y capitalizado por uno de los lados, hasta el desgaste, el término adoctrinamiento para esta situación. Sin embargo, Rouvier lo cuestiona: «yo no usé ese término porque el adoctrinamiento es una manera racional, sistemática y establecida. Es una de las modalidades de educación que puede provenir de partidos políticos o de iglesias. En este caso lo que yo veo que emerge es el estado de la conducta de una profesora que se extralimita. Entra en una situación autoritaria. Por eso – explica- no puedo hablar de adoctrinamiento, ya que allí no hay ninguna racionalidad, ordenamiento y sistematicidad; más bien lo que veo es un dominio del estado temperamental, anímico, de la profesora»

Sin embargo, lo que sale a la superficie es aquello que subyace permanentemente desde hace poco más de un lustro. La antinomia exacerbada, en sus actuales formas. En la mayoría de los medios de comunicación se impone la militancia por encima del análisis y en muchos otros se toman con sorna (cuando no livianamente) hechos que hace una década se abordarían con seriedad.

Incluso, antes que entretener, se están formando opiniones. En otros, ya directamente se tergiversa el sentido común. Algunos programas de fútbol fueron pioneros en juntar 5 o 6 periodistas para defender sus posturas a gritos desaforados. La teoría de televidentes, oyentes y lectores que consumen sus productos para afirmar sus prejuicios es práctica hace un buen tiempo.

El periodista (u operador disfrazado) devino en vedette porque a la audiencia le interesa su postura por sobre la noticia. Algunas pantallas chorrean sangre. Mientras tanto, el desencanto y la intolerancia en la cara de la gente es el sondeo más certero que cualquier consultora podría detectar al primer golpe de vista, de cara a las elecciones legislativas. El licuado entre el voto bronca, la indecisión y la escasez de propuestas puede dar como resultado algo así como la trayectoria del globo que se desinfla de modo abrupto: nadie puede predecir dónde terminará. 

La grieta.

Hablando de arenas políticas, al presidente Alberto Fernández no le bastó con salir del barro pidiendo disculpas con cierto delay tras la foto en el cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yáñez, sino que con el otro pie volvió a pisarlo. «Fue un debate formidable que le abre la cabeza al alumno, que estaba acostumbrado a escuchar cosas dichas», deslizó sobre los gritos de Radetich.

Del otro lado también hay lodo. Y Rouvier enfoca su reflexión: «la aparición de los libertarios, y en particular de Javier Milei, que le debe dar las gracias a su difusión en los medios, está vinculada al fracaso de las fuerzas políticas principales de la democracia argentina, que no logran representar a amplios sectores. Porque hay sectores de la población, sobre todo jóvenes, que sienten con bastante fundamento que la política ha fracasado. Ahora bien, a este fenómeno que para mí es importante en Europa y en Estados Unidos, yo no le doy la misma importancia en nuestro país».

El sociólogo mide, según la atmósfera de desazón popular, el golpe que puede dar Milei en las elecciones del 12 de septiembre. Un golpe que puede entrar ante la guardia baja de sus oponentes frente a la escasez de propuestas. Y su discurso agresivo cae como anillo al dedo en una sociedad alimentada a base de odio.

«Yo creo -alega- que Milei puede causar una explosión menor en las próximas PASO. Sin embargo, el hecho de que no esté institucionalizado como partido sino que sea un francotirador, más o menos va planteando las debilidades que tendrá a futuro. Esto está relacionado con la crisis de representación de la política. Hay cierto anarquismo en esa posición reaccionaria. Es un punto interesante desde la teoría porque refleja cómo el liberalismo intercepta con el anarquismo y cómo el anarquismo intercepta con el liberalismo. Ambos coinciden, en última instancia, en despotricar contra el Estado».

«Milei es un aparente doctrinario, pero la realidad es que es un hombre que dentro del esquema de la democracia, con todos sus defectos, pasa prácticamente desapercibido. En definitiva, una vez que esté institucionalizado, no le veo mucho futuro», desmenuza Rouvier.

Además, agrega lo que considera su problema: La ejecución. «Milei tiene concepciones, filosofías, pensamiento racional, aunque a veces lo manifieste en maneras poco racionales. Un gobierno bajo sus ideas no podría sostenerse mucho tiempo».

Hace unos días, el candidato a diputado por la Ciudad de Buenos Aires por Libertad Avanza, amplió su idea de disolución del Banco Central, pero se le vieron las costuras cuando explicó qué sucederá como consecuencia. «Milei aclaró que cada banco se tendrá que arreglar como pueda en el caso de que le vaya mal. Si le va bien, perfecto; si no, quebrará. O sea, juega en las leyes del mercado. De lo que se olvidó Milei es qué pasará con los ahorristas de ese banco, con los clientes».  

Paulo Freire apuntaló su teoría pedagógica como un proceso indispensable para evitar que la gente oprimida, una vez liberada, proyecte sobre el opresor actitudes de odio y venganza. Y, por último, añadió que el negativismo debe estar totalmente alejado del pensamiento crítico para no sesgar la mirada a lo positivo y poder seguir construyendo desde la realidad.

Odio, negación, mirada sesgada ¿a qué le suena?