Oscar Barney Finn: «Respiro más profundamente con la síntesis y el despojo»

Por Mirtha Caré ([email protected])

Edición: Florencia Romeo ([email protected])

La propuesta es atractiva por dónde se la mire: historia clásica con dramaturgia de Oscar Barney Finn y Marcelo Zapata. Programa inmejorable de la escena teatral porteña. Se trata de la obra de cámara Brutus, que tiene como fondo la conjura que terminó con la vida de Julio César, poco antes del fin de la República y la instauración del Imperio Romano. Pero lo que propone no es narrar este hecho histórico como una crónica, sino bucear en las dudas y temores que acechan al personaje protagónico: Marco Junio Bruto.

Sobre el detrás de escena, Oscar Barney Finn habló con El Café Diario.

La obra se presenta como un examen introspectivo de Bruto, el protagonista. ¿Cómo fue la elección de ese punto de vista?

Todo partió de la investigación de un personaje histórico como Brutus que, antes de llegar a ser un personaje arquetípico de la obra de Shakespeare, fue un protagonista de la historia de su tiempo durante la República Romana. Durante esta investigación, encontré diferentes escritos que hacían referencia a su accionar y que profundizaban la historia familiar más allá de lo expuesto por Shakespeare en su obra Julio Cesar. De hecho, uno de sus críticos y analistas llegó a la conclusión de que esa obra debió titularse Brutus

Mucho material para analizar.

Sin duda, los interrogantes del personaje eran atractivos y, a partir de allí, imaginé una estructura para acercarme al tema. Claro que el encuentro con Marcelo Zapata impulsó a la escritura definitiva cuando mencionó a Saint Juste que, en uno de sus escritos expresó que, si Brutus no mataba a Julio Cesar, se mataba a sí mismo. 

Oscar Barney Finn y Marcelo Zapata, autores de Brutus.

Es una obra en la que no abundan las certezas. ¿Qué busca provocar en los espectadores?

No hay certezas más allá del asesinato de Julio Cesar, asesinato que responde a una conjura de algunos miembros del Senado, su posterior huida, el asesinato de Cicerón y la derrota final en la batalla de Filipos. El resto de los hechos narrados entran en el plano de la ficción, pero siempre basados en elementos reales que reconstruyeron una trama familiar-política en la que se entrecruzan ideas e intereses.

Es muy complejo.

Sin duda, la construcción fue llevando a un entramado de corte melodramático al que luego hubo que encontrarle una traducción escénica. Además, la duración de setenta minutos logró una concentración y dinámica que se propone captar al espectador, contarle una historia, hacerlo partícipe, que se involucre y logre su propio punto de vista.

La decisión de utilizar un espacio escénico que no refleja la arquitectura de la época es interesante. ¿Por qué esta elección?

Una propuesta para un director significa un desafío no sólo en lo temático, sino también en lo escénico. En este caso estar en la creación de la historia significó tener muy presente el espacio. Desde un principio, la idea fue minimalista y alejada de la reconstrucción de los grandes decorados a los que el cine nos acostumbró hasta el agotamiento.

Hubo una búsqueda.

Mis búsquedas estéticas siemprese encaminaron a esa síntesis, muy por encima de la concreción realista de los ámbitos. Me siento más libre y respiro más profundamente con la síntesis y el despojo. 

¿Con quiénes trabajó esto?

En este sentido, fue fundamental el aporte de Ramón López, un excelente diseñador del espacio que llegó desde Chile, hubo una buena comunicación desde el inicio. Lo mismo me ocurrió con el vestuario, quería sencillez, una mínima referencia y en esto me acompaña desde hace mucho la talentosa Mini Zucheri. Nos conocemos y nuestra búsqueda siempre apunta hacia objetivos comunes.

Un elenco amplio y sólido, con una notable puesta en escena. Foto: Federico Pancaldi.

Se percibe un gran trabajo en equipo. ¿Cómo se consiguió?

Estas obras se escriben para actores y actrices que sepan decir este tipo de texto. No siempre el actor está preparado o puede acceder, por eso la selección se hace ardua. Hoy, este gran elenco que me acompaña tiene mucho talento y entrega. Con Paulo Brunetti he trabajado mucho y su madurez interpretativa le da a Brutus su verdadera dimensión. Carlos Kaspar igual, porque ya tenemos experiencia previa. Ana Yovino tiene un largo recorrido y hacía tiempo que la quería convocar. Beatriz Dellacasa demostró una entrega alentadora, ya que fue la última en llegar. A Nelson Rueda también lo tenía muy presente. Y hasta los jóvenes como Joaquín Cejas en su debut auspicioso o Mariano Madrazo que llegó con mucho entusiasmo.

¿Cuál fue el mayor desafío al producir Brutus y cómo se superó? 

El mayor desafío fue concretarla, producirla y lograr el nivel deseado. Hoy enfrentamos tiempos en donde esto es cada día menos frecuente, sin embargo, nos carga con una energía más intensa. La decisión fue integrarse a un proyecto de calidad e imponer un tiempo de reflexión desde un teatro. Construir personajes e historias que tengan resonancias en el presente.

No es poco esto que enumera.

No, y sto se logra porque alguien produce y arriesga un dinero, pero siempre junto a un grupo de actores y técnicos que arriesgan también su parte. Hoy Brutus es una realidad construida a la que hay que sostener día a día. El aliento no debe decaer. Y cada noche los lazos se estrechan más justificando esta buena decisión.

Brutus

Teatro Payró

San Martín 766, CABA

Viernes y sábados a las 20

Las entradas se consiguen en la boletería del teatro o por Alternativa Teatral