Henrikh Mkhitaryan

Mkhitaryan no jugará la final de la UEFA Europa League por temor a perder su vida

Por Joaquín Roffé ([email protected])

Por lo general, en las columnas de fútbol y sociedad lo que se busca es contar historias de futbolistas resilientes con un rol importante en la sociedad. Ya sea luchando contra la guerra o a favor la democracia. Sin embargo, hay ocasiones en que las peores circunstancias logran impedir finales felices. Por ejemplo, que un futbolista pueda jugar una importante final europea.

Para entrar en contexto debemos situarnos en el límite entre Asia y Europa. Entre Rusia y Turquía. Allí se encuentran Armenia y Azerbaiyán, dos países en pugna. Después de la caída de la Unión Soviética, hacia comienzos de la década de 1990 comenzaron a haber enfrentamientos por una zona llamada Noborno Qarabag en la que habitan mayormente armenios pero se ubica dentro de Ayerbaiyán. El enfrentamiento bélico ha dejado un saldo de 30.000 muertos y sigue sin resolverse la situación de la región, que está en manos del ejército armenio. Ambos países rompieron sus relaciones diplomáticas.

La UEFA (Union of European Football Associations) prohíbe que países en disputa integren el mismo grupo en una competencia. Por ejemplo Kosovo vs Serbia, o Armenia vs Azerbaiyán. No pueden jugar entre sí ante el hipotético estallido de violencia que podría suscitarse en dichos encuentros. Ahora bien, el problema surge cuando se elige a Bakú, capital de Azerbaiyán como sede de la final de la Europa League 2018-2019 y los equipos finalistas de la competición son Chelsea y Arsenal, ambos de Londres, Inglaterra. Hay un pequeño detalle: dentro del plantel del Arsenal aparece el nombre de Henrikh Mkhitaryan, de origen armenio. Armenia. Azerbaiyán. Algo no encaja.

Mkhitaryan tiene treinta años, es un volante ofensivo que también puede jugar como extremo, siendo así una pieza fundamental para el Arsenal. Es el capitán de su selección, figura y máximo goleador histórico. Fue también el primer armenio que jugó en la Premier League de Inglaterra cuando llegó al Manchester United en el año 2016 proveniente del Borussia Dortmund. A lo largo de su carrera ‘Micki’ ganó 18 títulos, entre ellos la copa UEFA Europa League en 2017 con el Manchester.

Ya dos veces ocurrió que Mkhitaryan debía viajar a jugar en condición de visitante a Azerbaiyán, pero no se hizo presente. Con el Borussia Dortmund en 2015, y con el Arsenal en 2018. En ambas ocasiones decidió no ir para preservar su seguridad. El problema es que el partido a disputarse el 29 de mayo próximo en el Estadio Olímpico de Bakú es una final. ¿Debe un jugador perdérselo simplemente por su nacionalidad? Fuertes críticas han caído sobre la UEFA debido a la elección de Ayerbaiyán como sede para la final.

El futbolista armenio decidió no viajar a Bakú pese a que funcionarios de Azerbaiyán y miembros de la UEFA le aseguraron que su seguridad estaría garantizada. La gran mayoría del estadio serán azeríes, por lo cual habría un clima tenso en caso de que un armenio quisiera participar de la final. Mkhitaryan tenía la decisión final y optó por no jugar. En su cuenta de Twitter publicó «es el tipo de partido que los jugadores no afrontamos a menudo y debo admitir que me duele mucho perdérmelo, pero voy a darles fuerzas a mis compañeros y vamos a traer la copa a Arsenal».

A raíz de esto surgen algunas preguntas ¿Estuvo bien la UEFA en elegir a Azerbaiyán como sede? ¿Qué hubiera pasado si un equipo armenio llegaba a la final? ¿Deberían los jugadores de ambos equipos solidarizarse con ‘Micki‘ y negarse a jugar el partido?

Seguramente la final se jugará, habrá un campeón y todo seguirá como si nada. Es una vergüenza que en el siglo XXI un futbolista no pueda jugar una final por temor a perder su vida. La historia es un capitulo triste para el fútbol europeo. Es de esperar que el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán se solucione en buenos términos. A veces, la pelota sí se mancha.