Messi en la canchita

Por José Cantero Verni ([email protected])

Llegó a la canchita un día
cuando estábamos jugando,
la pelota iba y venía
correteando por el campo…

Estacionó despacito
y se bajó de su auto,
aquel jugador inmenso
que sale en todos los diarios.

Se apoyó con todo el cuerpo
sobre uno de los palos,
con una pelota nueva
que tenía bajo el brazo.

Lo vimos con esa estampa
la de un héroe legendario,
y a él llegamos corriendo
para estrecharle la mano.

A todos nos saludó,
a todos nos dio un abrazo,
y nos pidió, si podía,
jugar en la cancha un rato.

La camisa se sacó,
y se quitó los zapatos,
y jugó todo el partido
en el potrero descalzo.

Ninguno podía creer
que aquel famoso muchacho,
estuviera en nuestra cancha
por las áreas correteando.

Con esa zurda pintaba
en cada jugada un cuadro,
con ese toque exquisito
futbolero y depurado.

Con ese diez en la espalda
que a fuego lleva grabado,
fue regalando gambetas,
sombreros, lujos y tacos.

Sin despeinarse siquiera
mostraba todo ese encanto,
esa savia futbolera
que tiene letra de tango.

Nos entregó esa alegría
con goles en los dos arcos,
con esa humildad que nunca
por el dinero ha cambiado.

Sí, Messi estuvo en la cancha,
en la canchita del barrio,
compartiendo con nosotros
el fervor y el entusiasmo.

Le dejó una camiseta
a cada uno en la mano,
la camiseta Argentina,
colores celeste y blanco.

Y compartió con nosotros
aquel momento sagrado,
ese momento de sueños
que se había realizado.

Nos regaló la pelota
con un caluroso abrazo,
y se fue con su simpleza
con un saludo de hermano.

Sí, Messi estuvo en la cancha
corriendo junto a mi lado,
aquel jugador inmenso
que sale en todos los diarios.