Carolina Martínez: «Me encanta que mis creaciones siempre lleguen a una cocina amable»

Por Lola López Quai ([email protected])

Carolina Martínez habla con pasión. Pero no con la pasión ciega o momentánea de algo que entusiasma ahora y quizá el año que viene ya no, sino con el tesón y fuego que cocina las cosas genuinas. Y así es, ya que esta artista del barro hace creaciones que vienen desde su interior, de «tierra adentro», desde donde fusiona el rescate de técnicas antiguas con ideas modernas y diseños útiles en la vida diaria.

¿Qué tipo de trabajo realiza?

Hago alfarería con técnicas precolombinas. Fue el primer acercamiento que tuve con la cerámica.

¿Por qué la eligió?

Quizá por lo que sentí en aquellas 4 horas de jornada en la que participé del taller de alfarería precolombina que dictó Alba Forti. Fue la profunda sensación de recordar, de retorno.

Cuando la cultura trasciende toda barrera

¿Algo así cómo volver a las fuentes, a lo genuino?

Así es. Fue una jornada fugaz, intensa y cargada de sentido. Después fui al taller de Ukupacha en Morón durante dos años, donde Alba y Ayelén, quien guiaba las clases en las que yo participaba, supieron transmitir el maravilloso mundo de la alfarería. No sólo aprendí a levantar una pieza totalmente a mano sino también a sentir respeto y admiración por cada cultura que trabajábamos y estudiábamos.

Cuando usted dice «precolombina», ¿abarca las técnicas de distintas culturas como mapuche y guaraní?

La alfarería precolombina o prehispánica refiere al oficio de la cerámica con técnicas manuales que usaban los antiguos. Las personas y comunidades que habitaron el territorio del Abya Yala antes de la conquista española y que aún hoy lo habitan. En ese sentido, me inspiro en muchas de estas diversas culturas.

Abya Yala, raíces latinoamericanas

¿Abya Yala?

Ese es el nombre con el que se reconoce ancestralmente al actual territorio de América por los pueblos originarios, más específicamente a Latinoamérica. El nombre viene de más arriba, de la comunidad Guna Yala en Colombia y Panamá, pero muchas comunidades originarias han acordado, reconocen este término y lo usan. Es una denominación que viene desde antes de la colonización.

Volviendo a la técnica en sí, ¿qué materia prima usa y dónde la consigue?

En este momento uso arcillas puras en polvo que provienen de Neuquén. A partir de distintas fórmulas preparo las pastas, las hidrato, las dejo reposar y después las amaso para su posterior uso.

Objetos preciosos y leña

¿Qué piezas realiza? ¿Son ornamentales o de uso diario?

Kuña paye, el proyecto que llevo adelante en este momento, está dirigido a realizar elementos cotidianos para la cocina: ollas para fuego directo, cuencos, pavas, jarros, mates y otros. Me gusta pensarlo como un aporte que quiero dar a mi entorno en todo sentido. Antes para las mujeres -que en su mayoría eran las que trabajaban el barro-, eran el sostén económico y también espiritual para su comunidad. Se cree que muchas de las piezas encontradas tenían usos rituales o ceremoniales.

¿Usted cómo lo vive?

Hoy lo veo como un lazo a tejer en mi entorno. Ya no es sólo económico y espiritual, sino que también en el mundo de hoy es una salida que nos permite escapar del plástico y los metales pesados, y tener otra conexión con la elaboración de nuestros alimentos, comidas sentidas, reales. Una forma de resignificar nuestro modo de vida.

¿Por qué hornea a leña? ¿Le da otro carácter a las piezas?

Existen muchas formas de hornear piezas con leña u otros combustibles que se pueden ajustar a las necesidades y posibilidades de cada horneada, y también a las condiciones ambientales. Cada una tiene sus particularidades y le da su carácter a las piezas. Creo que hornear a leña le termina de dar el sentido. En mi caso, horneo en un horno de tiro directo un poco elevado de la tierra para evitar la humedad que en Buenos Aires es bastante alta en relación con otras provincias.

Las cantimploras que realiza, ¿son para llevar como la botellita de agua en la mochila? ¿Son livianas?

Las cantimploras están inspiradas en culturas chaco santiagueñas y otras del noroeste de Argentina. Y son livianas porque las realizo con un espesor de entre 3 a 5 milímetros. Algunas tienen base para ser apoyadas sobre una superficie y funcionan más como botellas, mientras que otras están pensadas como cantimploras y tienen un sistema para mantenerlas acostadas o colgando.

Lo ancestral también repercute en las redes sociales

¿Cuáles son las piezas más pedidas?

Ollas y pavas para fuego directo. Me encanta realizar cada una de ellas, porque sé que llegarán a una cocina amable. Son objetos comunitarios que invitan a compartir. En este contexto de pandemia la plataforma de Instagram ha sido clave para poder vender, pero las ferias me parecen importantes porque nos ofrecen un contacto con la comunidad y una llegada mucho más profunda, por esto siempre trato de optar por alguna feria local.

Como es un trabajo manual y artesanal no es posible producir en serie, por lo que cada pieza es única y las ventas en ese sentido son por lo general personalizadas. Por otra parte, también encontré la posibilidad de trabajar junto a otras mujeres que trabajan de forma artesanal en otros rubros. Por eso algunas piezas específicas pueden ser compradas junto con las producciones que se realizan en sus emprendimientos.

¿Qué siente al modelar?

Este oficio me ha regalado muchas cosas, entre ellas el atravesar cada proceso. Poner en práctica la paciencia, la perseverancia, soltar la ansiedad de llegar a un final y entender que lo que me mueve es lo orgánico de cada paso. El sinfín del aprendizaje al que me lleva este oficio me acerca al reconocimiento de mi identidad ya que indago en saberes milenarios. Y no menos importante es el lazo y la llegada a mi entorno que abre puertas y genera preguntas que nutren.