Por Noelia Casas ([email protected])
A raíz de la cuarentena, se ha hablado de la perdida de la libertad. Si bien en Occidente la libertad se ve restringida a causa de la pandemia, en otros países hay personas que viven en este estado como resultado de las leyes que las gobiernan.
En Marruecos, por ejemplo, el contraste cultural es grande. Llegar a una plaza repleta de puestos callejeros, gente caminando de un lado para el otro entre motocicletas que surfean ese mar de personas, y burros llevando y trayendo mercaderías, no es una escena habitual.
El Atlas, una cadena montañosa que recuerda la Cordillera de Los Andes, propone más sensaciones encontradas. Después de varias horas de viaje, los pueblos empiezan a disminuir hasta casi desaparecer. El protagonismo es de un desierto de piedras negras y luego llegan las dunas doradas. De pronto emerge Merzouga, un pueblo en medio del desierto del Sahara.
Mientras tanto, una imagen se repite. Las mujeres marroquíes trabajan sin descanso, mientras los hombres toman té verde con menta, sentados en la puerta de un bar. ¿Qué ocurre con su libertad?
Entre el burka y los vestidos cortos
Según el Diccionario de la Real Academia Española, libertad es la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra. También es el estado o condición de quien no es esclavo. Quien escribe era libre y viajó desde Argentina hasta Marruecos sin visas. Solo con un pasaporte. Pero la situación de la mujer marroquí era y es diferente.

La gran mayoría usa el hiyab, velo que cubre el cabello y parte del pecho. Esto se debe a que, según el Sagrado Corán, el pelo es una parte que despierta obscenidad y atrae las miradas masculinas.
En la plaza principal de Marrakech, Jamaa el Fna, muchas mujeres visten burka, la túnica que va desde la cabeza hasta los pies, ocultando incluso los ojos. Mehdi, el guía, cuenta que la mayoría de las mujeres no utiliza esta prenda de vestir ya que no las representa ni cultural ni religiosamente.
Marruecos fue una colonia española y francesa hasta el 18 de noviembre de 1955. Y hasta la mitad del siglo XX, las mujeres no tenían acceso a la educación, no podían elegir esposo y eran amas de casa. Hace unos años comenzaron a diferenciarse. Dejaron de usar hiyab y burka para vestir pantalones y vestidos cortos. Hoy en día manejan automóviles.
Esto se ha ido gestando de forma gradual. Tras independizarse de los países europeos, las mujeres comenzaron a tomar protagonismo. Mientras todavía existen algunas que aceptan las órdenes patriarcales impuestas, otras se revelan.
En las playas de Essaouira es posible encontrar grupos de jóvenes con hiyab y vestidos largos disfrutando de un juego de pelota. Se ríen, bromean y siguen jugando, pero siempre con el hiyab.
Mujeres que luchan por su libertad
Como ocurre en Argentina, el pueblo femenino no está dormido. Betty Lachgar es cofundadora del Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales (M.A.L.I.), de desobediencia civil feminista, universalista y laico. Hace unos años, impulsó el manifiesto «Sé una mujer» en respuesta a una campaña machista que decía «sé un hombre y cubre a tus mujeres».
Lachgar dice que no es sólo la ropa que utilizan. Es la libertad de sus cuerpos, es que el hombre respete a las mujeres, y es que no las controlen.
Aunque el Rey Mohamed VI renunció a que los sultanes tengan un harén, y en 2003 se anunciaron medidas para lograr la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres, todavía hay ciertos lugares, en especial los rurales, donde eso no se cumple.
Cerca del 60 % de las mujeres sufre violencia psicológica, emocional, económica, laboral o sexual. La homosexualidad está penada por ley, es perseguida y hostigada.
Se estima que cada día se practican entre 600 y 800 abortos clandestinos, aunque el código penal prevé una pena de dos años de cárcel para las que se sometan a esa práctica. Sólo lo contempla en caso de que la madre se encuentre en peligro durante el embarazo, o que haya sido resultado de una violación o incesto, malformación o enfermedad mental.
Hay diferentes ONG, como Mobilising For Rights Associates, que impulsan un cambio de leyes. Y aunque la Organización de las Naciones Unidas se manifestó a favor de estas modificaciones, en la sociedad marroquí existe un rechazo, pues muchos hombres poderosos insisten en mantener su poder y privilegio sobre el cuerpo de las mujeres.
¿Algún día se reconocerá los derechos de las mujeres en estas latitudes? El camino es largo, pero cada día que pasa hay más que se revelan frente al patriarcado. En cada rincón del planeta buscan decidir sobre sus cuerpos, conseguir la igualdad, establecer y garantizar su libertad. No están solas. Cada minuto que pasa, la marea se vuelve más grande.