Por Ernesto Eduardo González ([email protected])
El consumo de sustancias psicoactivas tiene consecuencias en todas las áreas de la vida de una persona y en todas las actividades que realiza. Y el ámbito laboral no está exento.
Sin embargo, es el punto más olvidado en las políticas de actuación sobre el consumo de drogas. De hecho, en Argentina no tenemos una legislación laboral sobre adicciones en el trabajo. Hay un vacío legal en esta materia.
Los recursos humanos de entre 18 y 60 años pasan la mayor parte del día en el espacio de trabajo. Razón por la cual éste se convierte en un contexto determinante a la hora de adquirir hábitos de vida que influyen en nuestra conducta.
Problemas derivados del consumo
Los problemas derivados del consumo de sustancias adictivas en el ámbito laboral afectan negativamente al clima laboral de la empresa. También a la salud de las personas y a los objetivos de la organización. Además, las adicciones tienen enormes costos directos e indirectos para las empresas: bajas laborales, ausentismo, accidentes, tensiones.
Por otra parte, la principal obligación que tiene el empresario es la protección eficaz en materia de seguridad y salud en el trabajo. Es el principal derecho que tiene todo trabajador.
En este contexto, la intervención específica se hace una tarea imprescindible. La prevención laboral de adicciones abarca todas las acciones encaminadas a reducir conflictos, anticipándose a la problemática derivada del uso indebido de drogas en el ámbito laboral.
La finalidad de estas intervenciones es prevenir o disminuir el consumo de drogas legales o ilegales desde el lugar de trabajo. También, reducir los riesgos asociados al consumo de drogas y disminuir los accidentes laborales relacionados con el consumo.
La acción preventiva debe partir de la realidad de cada empresa. Por esto es necesario recolectar datos para realizar un diagnóstico útil que permita definir los objetivos de la política, sensibilizar y comprometer a empleadores y empleados.
Plan de prevención
La política y el plan de prevención del consumo de alcohol y drogas en la empresa debe ser liderado por un equipo responsable que denominamos ‘Grupo Motor’.
A través de la sensibilización, se debe apuntar a generar un estado de ánimo favorable hacia el plan de prevención y lograr el compromiso de todos los integrantes de la empresa.
El ‘Grupo Motor‘ debe ser validado y motivado tanto por la dirección como por los representantes gremiales y empleados, bajo el seguimiento y asesoramiento de un consultor externo.
A modo de cierre, cabe destacar que la finalidad de la política de prevención de adicciones es desarrollar una cultura preventiva institucional en la que se procuren condiciones de trabajo adecuadas.
Esto se debe realizar para que el bienestar de las personas -que son el principal activo de la compañía- se convierta en uno de los objetivos de la organización laboral.
Ernesto Eduardo González es Psicólogo Social y Máster Internacional en Prevención de Adicciones (USAL). Director del CAPLA.