Por Pablo Kulcar ([email protected])
Dormir mal influye en el poder de concentración, en la atención, y en el estado de Ć”nimo. Con el tiempo puede desarrollar ansiedad y depresión. En los niƱos de edad escolar repercute en su rendimiento. Y en la vida laboral y social del adulto puede acarrear consecuencias importantes en personas que subestimen los sĆntomas. El insomnio es el trastorno mĆ”s frecuente y segĆŗn estudios que tiene en su poder la WASM (Asociación Mundial de Medicina del SueƱo) llega a afectar hasta el 30 por ciento de la población.
Un cerebro cansado es un cerebro disminuido. Quienes duermen menos tienen mƔs torpeza mental, por lo que cometerƔn mƔs errores y generarƔn menor rendimiento en cualquiera de sus actividades. Son sobre todo personas sobrecargadas inmersas en un nivel de intensidad que no disminuye ni se depura.
Los trastornos del sueƱo conforman factores de riesgo importante y dolencias que van desde la obesidad hasta enfermedades cardiovasculares. Aumentan el riesgo de un infarto o una hemorragia cerebral, y pueden ser causa de hipertensión. El sueƱo es una parte integral de la vida cotidiana, una necesidad biológica que permite restablecer las funciones fĆsicas y psicológicas esenciales.
Conducta alterada
La higiene del sueño incide en el control de los factores de conducta. Médicos especialistas aconsejan a sus pacientes acerca del número de horas indispensables para lograr un descanso sano. También sobre la alimentación particularmente durante las horas previas al sueño.
El ejercicio que se realiza durante el dĆa, el ambiente en el que se descansa, son cuestiones que influyen en la higiene del sueƱo. Dormir poco tiene graves consecuencias sobre la salud, altera las funciones del organismo, y reduce la esperanza de vida. TambiĆ©n altera la memoria. En general, afecta la matriz del estado fĆsico de las personas. Para higienizar el descanso hay que practicar un cambio de rutinas y reeducar al paciente.
De ser considerado un fenómeno pasivo en el que parecĆa no ocurrir aparentemente nada, a partir de tĆ©cnicas de medición de la actividad elĆ©ctrica que circula por nuestro órgano principal se estableció que durante el sueƱo existe un estado de conciencia dinĆ”mico que puede ser tan activo como el de la vigilia. En Ć©l ocurren grandes modificaciones en nuestro organismo; cambios en la presión arterial, de frecuencia cardĆaca y respiratoria. De temperatura corporal, de secreción hormonal. Y otros.
Mientras dormimos pasamos por diferentes fases o estadĆos que se suceden con un patrón repetido a lo largo de 4 a 6 ciclos durante toda la noche. Cada cĆ©lula se mueve a un ritmo determinado y define cuanta energĆa va a consumir. AsĆ lo afirman varias investigaciones hechas por expertos en cronobiologĆa, ciencia encargada de estudiar los ritmos biológicos que constituyen el reloj interno del organismo.
EstrƩs y miedo
Siempre se habla de la cantidad de horas a dormir necesarias para tener un buen descanso. Sin embargo, mƔs allƔ de que sean 7 u 8 horas, es muy importante la hora en que nos acostamos. Este es uno de los problemas principales de la vida moderna. Sobre todo en ciudades como Buenos Aires, donde la actividad laboral se extiende hasta muy tarde. Entre las 9 y las 11 de la noche, la glƔndula pineal en el cerebro libera la melatonina, la hormona del sueƱo, y la temperatura corporal baja. Esto es la alerta que emite el cuerpo para indicar que es momento de parar las actividades y programar un descanso.
Respetar los ciclos circadianos de sueƱo en sincronĆa con el reloj biológico es clave para gozar de buena salud, por lo que si no lo hacemos incurrimos en una desventaja sustancial a la hora de llevar una vida saludable.
La vida actual afecta nuestras energĆas. El ritmo de vida casi maquiavĆ©lico del dĆa a dĆa nos satura. Viajar en servicios pĆŗblicos con grandes deficiencias y el miedo a ser despedidos y perder el puesto de trabajo dibuja pesadillas cuando el reloj biológico deberĆa ponerse en hora; conspiran contra el esfuerzo de la supervivencia.
Brindar una vida que permita llegar de manera ideal al momento del descanso es construir una población sana. La ausencia de una estructura estatal y un entorno que ampare no colabora. Nuestro cerebro estĆ” condenado a arreglĆ”rselas como pueda para despertarnos al dĆa siguiente, y los responsables polĆticos ya ni piensan en la Salud. No ya como prioridad, que deberĆa ser lo que tercie. Ni siquiera piensan en cómo instrumentarla. Sólo la contemplan como cifras de un presupuesto que hay que ajustar sin importar cuĆ”nta gente pierda la vida.