Geriátricos y coronavirus: adultos mayores en riesgo

Por Federico Esteban ([email protected])

Cada vez son más los sectores atacados por el coronavirus, con contagios por doquier. En el peor de los casos, llega la muerte. Uno de estos ámbitos engloba a los geriátricos, instituciones de asistencia donde residen los adultos mayores. Tal como han expresado los especialistas médicos, ellos forman parte de los grupos considerados de riesgo.

A pesar de conocerse el alto grado de mortalidad de un anciano en caso de ser infectado, el COVID-19 ingresó en los alojamientos geriátricos. El desastre generado en varios de ellos puso de manifiesto un montón de peculiaridades de estas instituciones sobre las que muchos no estaban al tanto.

Poco control en los geriátricos

El abogado previsionalista y periodista especializado en personas mayores, Christian D’Alessandro, en diálogo con El Café Diario, refiere al estado de situación actual de los geriátricos. “En Argentina hay alrededor de 150 mil adultos mayores alojados en residencias geriátricas que generalmente son establecimientos privados. A su vez, hay algunos geriátricos de orden nacional, provinciales y municipales. Después tenés un sinfín de instituciones geriátricas o de hogares que no están regulados y que funcionan en la clandestinidad”, explica.

“Los municipios tienen el poder de control, pero estos sólo revisan si las residencias cumplen con la posesión de matafuego, no examinan si las atenciones socio sanitarias para los adultos mayores son correctas. Entonces, los geriátricos terminan siendo un depósito de ancianos vulnerables sin el mínimo control”, agrega.

La falta de control resaltada por D’Alessandro es la verificada en algunas instituciones geriátricas que son protagonistas en estos últimos días. Belgrano, Parque Avellaneda, Flores y Villa Devoto son algunos de los barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires donde se constatan casos de coronavirus en residencias de adultos mayores. En estos lugares las cosas se hacen mal.

Falta de formación del personal

“Estas noticias en las que uno ve geriátricos que hacen las cosas de manera muy inadecuada, siendo la consecuencia el ingreso del virus a la institución y el contagio masivo tanto de los pacientes como del personal, es lisa y llanamente el reflejo de que no hay gente que esté formada para cuidarlos: y obviamente ellos pagan las consecuencias”, asegura el doctor Diego Bigatti, especialista en clínica médica y geriatría que trabaja en el Centro Médico de Salud DIM.

En relación al funcionamiento de las casas de cuidados de adultos mayores, Bigatti incide en que “lamentablemente, en los últimos 70 años, no ha habido un desarrollo profesional adecuado. No hay médicos geriatras, no hay enfermerías especializadas en tercera edad. Esto hace que las distintas instituciones geriátricas tengan muchos profesionales que no son idóneos, generando muchas veces situaciones en donde la persona más vulnerable está bajo el cuidado de alguien que no está entrenado.

La consecuencia de la falta de formación del personal a cargo de los ancianos es lógica: el destrato. “La gran mayoría de las cuidadoras geriátricas son gente que lo hace por necesidad laboral y no por una genuina vocación”, agrega el profesional de la salud consultado por El Café Diario.

El caso del Apart Incas en Belgrano

A partir del ingreso del COVID-19 en algunas instituciones geriátricas, cobró visibilidad la capacitación deficiente de las personas encargadas de cuidar a los adultos mayores. Un efecto se vio el 21 de abril en el ‘Apart Incas’, un geriátrico ubicado en avenida De Los Incas al 1000, en el barrio porteño de Belgrano.

Allí se registraron 19 casos de coronavirus. Hasta el momento, cinco personas han muerto. Ese día, una vez que se confirmó la presencia del virus en el lugar, los residentes fueron evacuados. Luego, el establecimiento fue clausurado por no haber activado el protocolo de prevención a tiempo. “Hace rato que tenía que haber cerrado”, precisó la hija de una paciente infectada.

Respuesta de las autoridades

Los protocolos no se cumplen, por eso terminan desesperados queriendo lavar las culpas, entonces hacen todo mal», puntualiza D’Alessandro en referencia al accionar de las autoridades frente al problema.

«Trasladan a los residentes sanos que en principio no tienen síntomas a clínicas o sanatorios, desterrándolos de un día para el otro, con el frío, con la angustia, sacándolos de una manera compulsiva de sus residencias. Y los confinan en un lugar donde encima tenés el riesgo de que se infecten porque si no tenían el virus, pueden llegar a tenerlo adentro del sanatorio”, subraya.

El abogado previsionalista indica que “cuando explotó el virus, el protocolo no lo pudieron llevar a cabo por un montón de motivos, desidia sobre todo, y cunde la desesperación entre sus responsables y propietarios porque los medios de comunicación reflejan una realidad que ellos no querían que se muestre”.

Instrucciones que no se practican

El doctor Bigatti se remonta al 11 de marzo, día en que se decretó la enfermedad del coronavirus como pandemia. Precisa que en ese momento, PAMI,  la obra social que aglutina la mayor parte de las personas de la tercera edad, dio claras instrucciones a todas las instituciones para el desempeño adecuado en cuanto a las medidas preventivas necesarias. El tema es que no se pusieron en práctica”.

El experto en geriatría enfatiza que “diez días antes de que se dicte la cuarentena masiva en la población, ya habíamos cerrado las puertas, impidiendo el ingreso de cualquier familiar o profesional, más que los estrictamente necesarios”.

Y añade “a eso se le suma la utilización de medidas de aislamiento, ya sea el uso de barbijos en forma constante, de máscaras faciales, o de los guantes y los camisolines. Ahora, muchos de estos geriátricos no han hecho nada de todo esto. Entonces, la consecuencia es la cruda realidad de hoy”.

Del barrio de Belgrano, a Flores

Un día después conocerse el caso de ‘Apart Incas’, se conoció el de ‘Beit Sión’, una residencia geriátrica ubicada en el barrio de Flores. Allí se confirmaron 39 contagios y una persona perdió la vida a causa del COVID-19. La mayoría de los mayores allí fueron trasladados a diferentes centros médicos, pero no habían presentado síntomas.

De acuerdo a lo comunicado por Mauricio Baredes, director del establecimiento, el 7 de abril había fallecido una persona por coronavirus. Este hecho desencadenó la compra de tests, ya que «el Gobierno de la Ciudad se negó a realizar los hisopados debido a la inexistencia de síntomas». Estas pruebas permitieron identificar a los pacientes asintomáticos.

Qué cuidados se deben tomar

Acerca de los cuidados extremos que deben asumir los geriátricos, Bigatti señala que “tienen que limitar estrictamente los ingresos: cualquier persona que no sea prioritaria no debe entrar al lugar; han de utilizar mucho la comunicación vía tecnología; y deben reducir los egresos de los pacientes del geriátrico para evitar cualquier tipo de estudio innecesario”.

Además, el doctor concreta que “todo el personal que ingresa a la institución geriátrica debe pasar por postas sanitarias previo al ingreso«. Entre ellas, enumera «toma de la temperatura, lavado correcto de manos, higiene de la ropa, limpieza de todo el instrumental médico que vaya a utilizarse y también de los accesorios que usamos cotidianamente».

«Todo aquello que uno vaya a utilizar dentro de la institución y que viene de afuera, tiene que ser higienizado previo al ingreso, resume.

Otro caso en Villa Devoto

A pesar de haber presentado casos de coronavirus, el hogar de Flores no se encuentra bajo investigación judicial. Pero sí lo está una residencia de Villa Devoto que ha despertado la sospecha de irregularidades después de que una anciana levantara 38 grados de temperatura.

Ante este hecho, las autoridades allanaron el lugar y lo han clausurado porque no contaba con la habilitación correspondiente. Además, el instituto había violado una clausura ya dictaminada en marzo por falta de papeles, es decir, continuaba funcionando pese a la decisión judicial.

El problema supera a los geriátricos

“La ausencia de control no se reduce a los geriátricos. Es propia de todo el sistema de salud. Lamentablemente, está completamente desarticulado, tan desarticulado que genera conflictos”, sostiene el doctor Bigatti, referente de DIM.

Consultado sobre las deficiencias del sistema, el médico y docente de la Universidad Nacional de La Matanza, responde que «el personal de salud no tuvo en tiempo y forma dos cosas fundamentales«. Una de ellas fue el equipamiento. «Hay instituciones en la que ni siquiera tienen barbijos, guantes suficientes, ni camisolines», asegura.

«El otro pilar que explica lo que está pasando es que el Ministerio, durante mucho tiempo, siguió dando la información de que el uso del barbijo era exclusivo para el manejo del paciente respiratorio, cuando todos nosotros ya sabíamos que había circulación comunitaria, que había pacientes asintomáticos, y que estaba la posibilidad de que alguien sin síntomas contagiara en una consulta común”, precisa.

De este modo, Bigatti hace referencia a la contradicción exhibida por el Gobierno en cuanto al uso del barbijo. En un principio, fue necesario solamente para los afectados por coronavirus, pero después se hizo obligatorio para todos. “Los lugares en donde hemos sido estrictos con las medidas respiratorias y de contacto, teniendo en cuenta la gran cantidad de pacientes asintomáticos, son aquellas instituciones que hoy no tienen casos, agrega el experto.

La mirada sobre los adultos mayores

Por su parte, D’Alessandro opina sobre el lugar que ocupan y ocuparon los adultos mayores para las autoridades gubernamentales: “no hay, nunca hubo, una política de Estado para la protección de las personas mayores en general«.

«Muchas veces, los funcionarios que tienen que proteger y atender al grupo más vulnerable, no tienen ni la más pálida idea de lo que es la atención a los adultos mayores, por lo que parten del desconocimiento. Al partir del desconocimiento, la atención termina siendo ineficiente», remarca. «Los recursos que se destinan al control de las instituciones geriátricas no están porque no hay recursos suficientes”, contextualiza.

Tal es la falta de recursos que sufre un hogar de Avellaneda,‘Rayos de Armonía”. El establecimiento, no habilitado por el municipio, quiere cerrar porque no puede dar el servicio de manera correcta. Hoy asiste a 18 personas que deberán buscarse un nuevo lugar en medio del caos desatado por la pandemia.

Instituciones fundamentales

La serie de casos de coronavirus observados en distintos geriátricos no debe incitar a la generalización. Es menester señalar la existencia de instituciones aptas para el cuidado correcto de los adultos mayores.

“La pertenencia que genera la institución geriátrica con sus pares, con sus permanentes rutinas, sus actividades, y la persistencia de nosotros como equipo de atención hace que ellos actualmente no sufran el impacto de la pandemia”, explica Bigatti.

El doctor pone el acento también en otro inconveniente que suelen tener este grupo de personas, que es la falta de contacto social. “Aquellos que se encuentran en sus domicilios están mucho más solos, con una interacción social extremadamente acotada, generando un daño inconmensurable porque el paciente anciano es un paciente que necesita muchísimo contacto social, y este momento de la pandemia lo está impidiendo”, afirma.

De esta manera, se ponen de manifiesto dos situaciones hipotéticas que pueden amenazar a los adultos mayores. Por un lado, la ausencia de un cuidado adecuado en las casas geriátricas. Por otro, aunque suene contradictorio, la falta de compañía en su propio domicilio durante el período de aislamiento social, preventivo y obligatorio.