Por Omar Millalonco ([email protected])
La imagen de la dulce abuelita con rodete, o la del anciano de gorra y bastón, ambos en actitud pasiva, ha quedado en desuso. Gracias a los adelantos técnicos y médicos, la expectativa de vida duplica a la de un siglo atrás. Pero claro, la gracia está en que esa sobrevida sea agradable y digna de ser vivida. Es por ello que han surgido disciplinas y profesiones relacionadas con el llamado envejecimiento activo.

Si bien el COVID-19 ha trastocado la vida diaria, la cotidianeidad de todos, también la de los adultos mayores porque conforman un grupo de riesgo alto, algo que puede proporcionar miedo y preocupación, enfrentarlo puede verse a la vez como un desafío nuevo, como dice Romina Valenzuela, licenciada en Trabajo Social, especializada en Envejecimiento Activo, en diálogo con El Café Diario.

Valenzuela destaca que el envejecimiento o el paso del tiempo debe ser sano, activo y manteniendo costumbres relacionadas a la propia adultez, pero «principalmente al estilo de vida, siempre que se pueda». Y señala que dadas las características de la pandemia, es recomendable que las personas mayores puedan mantener cuidados físicos para un envejecimiento lo más activo posible.
Ese envejecimiento debe ser siempre asociado a la historia de vida, pero «para transitar una etapa de mayor edad, la actividad física sería un factor protector; justamente es uno de los aspectos en los que más foco se ha hecho en los últimos años para comprender que el envejecimiento sea saludable», puntualiza Romina Valenzuela, a la vez que expresa que «hacer ejercicio» es muy valioso en la medida que se lo incorpore en «como un hábito, para sentir que el cuerpo está conectado».

«La palabra envejecimiento no siempre se encuentra asociada a la idea de una persona mayor», explica la especialista, quien posee una experiencia amplia en el tema. «Hay que tener en cuenta que existe cierta resistencia en algunos casos a ponerse en movimiento, porque se encuentran en un momento de la vida avanzada, donde no es un hábito, entonces para que sea un hábito hay que llevarlo a que sea un proceso», describe.
«El deterioro físico se siente más en una edad avanzada»
La especialista en Envejecimiento activo manifiesta que, cuando las personas llegan a determinada edad, pasando los 60 años, etapa en la que ya se encuentra calificada como persona mayor, cae en la cuenta de que el paso del tiempo ya no es algo del almanaque y los cumpleaños, sino un estado físico. Pero la manera de combatir la vejez pasiva tiene que ver con que la persona se ocupe de su actividad física, su desarrollo intelectual y de la manera como se relaciona con el paso del tiempo. «Nuestra idea es promover el envejecimiento activo de manera natural, relacionándolo de la mejor manera con la vida cotidiana de cada persona. En ese sentido, pandemia mediante, la virtualidad propone un recurso más para acompañar esta manera de vivir», explica Romina Valenzuela.

Las estrategias pedagógicas que se abordan orientadas a las personas mayores «tienen que ver con sus intereses, para poder hacer un diagnóstico lo más participativo posible y elaborar un dispositivo acorde a la situación», precisa Valenzuela, y concluye: «siempre se debe tomar en cuenta los saberes que tiene esa persona”.
El envejecimiento activo como derecho
Cada vez se suman más acciones y políticas públicas por parte de municipios, gobiernos provinciales o nacionales, tendientes a mejorar la vida de las personas mayores. Y en ese sentido, es necesario destacar que el envejecimiento activo es un tema que ya forma parte de la agenda de los equipos que manejan los recursos del Estado.
En la misma sintonía, la licenciada en Trabajo Social, Ingrid Casarella Bourlot asegura que «el envejecimiento activo es un derecho de las personas mayores, que debería ser acompañado por las comunidades, las familias y los Estados, mediante políticas y programas con visión estratégica e integral».

Casarella Bourlot sostiene que «esto aplica a todos los grupos sociales, sin olvidar las particularidades que las personas pueden presentar», explica la académica en diálogo con El Café Diario. «Es crucial saber que contamos con la Convención Interamericana sobre la Protección de Derechos Humanos de las Personas Mayores bajo la Ley Nacional 26.360”. La legislación “compromete al país y a las demás naciones miembro a generar políticas, brindar herramientas e instrumentar recursos para el cumplimiento de las normas y acuerdos allí comprendidos”, detalla quien es estudiante avanzada de la Especialización en Gerontología de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa).
Asimismo, enfatiza que «en el campo de las ciencias sociales, así como al interior de cada una de las disciplinas que las comprenden, se debaten ideas, reflexiones e interrogantes al respecto. A mi entender, las palabras que más representan estos diálogos son desafíos, estrategias, organizaciones, territorios, comunidades y redes».
Casarella Bourlot sostiene que en estos tiempos de pandemia es necesario hacer un giro en varios sentidos: «no podemos seguir pensando como hasta ahora; las formas o modos de abordaje a las situaciones diferentes que se presentan y se presentarán a modo de demandas, de sufrimientos y flagelos sociales, requieren respuestas novedosas».
«Estas respuestas tendrán que surgir de actores y sectores distintos, no existen planes”, argumenta Casarella Bourlot, para quien: «los fenómenos sociales son móviles e impredecibles; la esperanza está latente siempre, en el entramado de redes que podamos construir y sostener para atravesar los procesos que se están gestando».