Por Bárbara Guerschman ([email protected])
En la canción ‘Qué va a ser de ti’‘ Joan Manuel Serrat se pone en la piel de una madre que se pregunta acerca del destino de una hija al irse de la casa. En la película ‘El amor menos pensado’ (2018), dirigida por Juan Vera, son los padres quienes se hacen la misma pregunta, pero a la inversa.
El planteo es tan simple como profundo y movilizante. Ante la partida de su único hijo a España para estudiar, Ana (Mercedes Morán) y Marcos (Ricardo Darín) se preguntan qué va a ser de ellos estando solos… con ellos mismos.
Son varios los momentos de complicidad entre ellos, como el juego de adivinar si las empanadas que pidieron son tucumanas o salteñas. Un momento lúdico y de desafío entre ellos, según Vera. O bien una silenciosa mirada cómplice en una fiesta de amigos.
No obstante, y ante la inevitable pregunta que se formulan: «¿Estamos enamorados o no?», deciden separarse. En ese momento comienza su trayectoria por la «sinuosa y maravillosa existencia de los separados», señala una irónica Ana mirando a la cámara. Un mundo del cual se ha escrito mucho.
¿Quién mejor que el mismo director para relatar cómo se gestó el periplo de los dos personajes? Tras llevar a cabo una carrera como productor y guionista, junto con Daniel Cúparo, idearon el argumento de la película, retomando cuestiones e inquietudes ya presentes en la película ‘Dos más dos’ (2012) de la que ambos fueron guionistas: ¿por qué seguimos juntos? ¿Cómo se sostiene el deseo? ¿Qué es lo que te mantiene unido y qué es lo que te separa?
Las preguntas de Ana y Marcos
La película ‘El amor menos pensado’ se diferencia de otras sobre parejas que se separan por un conflicto, una situación de hastío o la intervención de un tercero como por ejemplo, ‘Secretos de un matrimonio’ de Ingmar Bergman (1973) o ‘La Guerra de los Roses’ (1989) de Danny de Vito.
En palabras de Vera, él quería ver qué pasaba con una pareja que se llevaba bien y se divertía y aun así resolvía tomar diferentes caminos. Quería hacerlo en clave de comedia.

Si nos guiamos por los trailers, esta pareja se separa después de la partida de su hijo a España, por el llamado «nido vacío». A la distancia ¿piensa que esa era la causa?
No, no, no. Lo que creo es que uno de los proyectos básicos de una pareja, llamémoslo como sociedad, es construir una casa, una familia, criar a los hijos y lanzarlos al mundo. Pareciera que después de eso, se culminó un proyecto y se retoma un nuevo proyecto de vida. Podemos considerar esto como el nido vacío.
Las preguntas que se hacen los personajes tienen que ver con haber concretado justamente un proyecto. «Bueno, ahora que ya cumplimos con esto, ¿qué hacemos?». Es una pregunta implícita que se hacen. Es uno de los proyectos más tradicionales: formar una familia con hijos y que estos forjen su destino.
Teniendo en cuenta que esta pareja se llevaba bien y tenía momentos de diversión ¿por qué cree que se separaron?
Desde la concepción de la escritura, para mí se hacen la pregunta incorrecta, porque cuando uno se pregunta «¿estás enamorado?», que es una pregunta que me hice muchas veces a lo largo de mi vida, resuena distinto en diferentes edades. La idea de una pareja es difícil sostenerla desde el lugar de estar enamorado. Es una idea quizá no tan romántica, o sí.
Romántica o no, se terminan separando.
Me parece que lo que ellos hacen es defender la posibilidad de buscar algo, no negársela ni mentirse a sí mismos, buscar si hay algo más ahí afuera. Por eso puse un fragmento de ‘Moby Dick’ al inicio de la película, un libro que me impactó mucho.
Hay un momento en el cual uno tiene que hacerse al mar y esto es lo que hacen los personajes, lo hacen como pueden también, ¿no? Están aprendiendo también a hacerse un camino.

Las preguntas de los demás
Hay una escena en la cual los personajes de Darín y Mariú Fernandez están en la cama y él no quiere quedarse a dormir, frente a la propuesta de ella de pasar la noche juntos. ¿Por qué no quiere?
La primera razón es que tiene el colchón en el piso. A cierta edad, colchón en el piso no va (risas) a pesar de que ella insiste. Creo que uno se pone más mañoso con la edad, sumado a ciertos límites que tiene él para encontrar un vínculo más acorde a la edad.
Pienso yo que a él le resulta cómodo el cuerpo de ella, pero no su casa, que es más hippie. Prefiero dormir en mi colchón, en mi casa, que me levanto y no camino más de cinco pasos a la cocina.
Querría centrarme en otra pareja, que son los amigos de los protagonistas. Ella ve una foto de él y su amante en Instagram y Darín le dice al amigo «no hay nada más pornográfico que la felicidad».
Es una frase que pegó bastante. Nosotros escribimos mucho actuando las escenas con Dani Cúparo, nos paramos, caminamos, hacemos el rol playing y después la escribimos. Sabíamos que al personaje lo iban a descubrir, porque es muy ingenuo.
Tenía todo bien compartimentado, como si la vida se pudiera poner en cajas. ¿Qué foto ve la mujer? Una imagen de lo más inocente, de niños jugando, y ahí salió la frase.
Ya que hablamos de la felicidad ¿el amigo era más feliz con la mujer o con la amante?
No lo sé, habría que preguntarle a él y ya sería otra película. Él no hubiera elegido nunca eso pero las circunstancias… También podemos preguntarnos qué es la felicidad.
La felicidad es tener nuevos problemas. Yo no quería ningún personaje castigado por tener impulsos, deseos y ganas de cosas. Quería darle como un aval. Si tenés ganas de esto, adelante.

Si hubiese habido una posible vuelta, en este contexto de pandemia y cuarentena ¿cómo cree que le hubiese ido a Ana y Marcos?
La hubiesen pasado bárbaro porque se divierten entre ellos. Uno de los títulos posibles sugeridos por Darín cuando leyó el guión (y lo entendió), que me encantó, fue ‘Haceme reír’. A mí me parece que uno se queda con la persona que lo hace reír. Lo dicen los personajes al final de la película «hace mucho que no me río, me hacés reír».
No hay nada más humano en este mundo que formularse preguntas acerca de lo que uno desea de sí mismo y del otro. En 2018, esta película fue una de las más vistas en Argentina y quizá la clave consistió en plantear preguntas que son serias y existenciales pero en clave de humor, la risa señalada por Darín.
Otra clave fue no pretender responderlas porque, en definitiva, la gracia es darse al mar sin saber dónde está la costa.