Por Lucio Ocamica ([email protected])
Gastón Gularte, guionista y director de ‘Cara Sucia’, ganó su segundo premio este fin de semana en Mumbai, India, en el marco de la octava edición del Festival Internacional de Cine. Gularte explica en diálogo con El Café Diario que «Cara Sucia, es una película ecológica, porque muestra la flora y la fauna de Misiones pero fundamentalmente es una crítica contra la sobrevaloración del dinero».

La película es un live action mezclado con animación, cien por ciento misionera, y recibió el premio a la Mejor Post Producción de efectos especiales. El año pasado en Colombia había ganado el premio a la Mejor Película Infanto Juvenil extranjera.
¿Qué se siente ganar un premio al otro lado del mundo?
No nos esperábamos el premio en la India, nos sorprendió. El rubro de los efectos especiales es un rubro que quizá no teníamos tanto en cuenta. Está buenísimo porque le da valor al laburo que pone esa parte del equipo. Es una tarea difícil cuando se trabaja con animaciones porque hay que empalmar los efectos para que queden naturales. La postproducción de ‘Cara Sucia’ duró muchos años y hay que destacar la labor de Horacio Iaboni, quien estuvo a cargo del departamento.
‘Cara Sucia’ es 100% misionera
¿Cómo surge la idea de Cara Sucia?
Una joven que conozco me relató su historia de vida y su niñez transcurrió en el marco de la selva misionera. Toda su cotidianeidad se daba en ese ámbito.
El desencadenante fue la canción que su mamá le cantaba siempre. La misma que aparece en la película cuando la protagonista Mariel se encuentra en el hospital y también su mamá le canta, para que se ponga bien: «Cara Sucia, Cara Sucia, Cara Sucia».

¿Qué se siente dirigir algo que uno escribió?
Eso es muy interesante. Uno lo imagina, pero después el actor o la actriz le da vida como a este le surge. No todas las actrices y los actores interpretan igual los mismos papeles. Personalmente les doy mayor libertad. Nosotros trabajamos con actores consagrados y con actores muy buenos de la región, que quizá tienen menos experiencia en cine. Cuando uno ve el resultado se sorprende gratamente porque se potencia lo que estaba en tu cabeza. Mientras el mensaje y la emoción llegue, los actores pueden interpretarlo como gusten.
Con los demás, y cuando se trata de ajustar el sonido y la fotografía, yo me siento a hablar y a decir cómo es lo que quiero transmitir. Después les doy libertad de trabajo. El rumbo es el que marco. Luego, confío plenamente en la gente que trabaja con nosotros. No superviso cada toma.
¿Cómo es el proceso que lleva de una idea a la grabación de un film?
A partir de esa idea, lleva de 6 meses a un año desarrollar un guión. Uno va escribiendo versiones hasta que se siente satisfecho. Después empieza la parte de la producción, que si bien no es la creativa, se trata de la coordinación y es fundamental para la producción de un film cinematográfico. Todos estos pasos, hasta que comienza el rodaje, duran aproximadamente un año. Finalmente hay que agregarle la animación y los efectos. En el caso de ‘Cara Sucia, con la fuerza de la naturaleza’, la postproducción duró, entre efectos especiales y animación, unos 8 años.
¿Cómo se hace para que las animaciones queden tan integradas a la grabación?
Nosotros trabajamos con un experto encargado de supervisar las tomas que íbamos produciendo con el objetivo de que fueran aptas para ubicar después la animación encima y que quede natural e integrada. Una de las productoras que trabajó con nosotros era de origen suizo y nos aportó al profesional que desarrolló esa tarea.
Trabajamos con una esfera de metal plateada que rebotó la luz en su superficie y nos permitió saber cómo se deberían ubicar los personajes animados en cada escena para que dieran la sensación de ser reales. Con la esfera se mide exactamente las proporciones de luces y sombras.

¿Cómo es trabajar en coproducción con otros países?
Es un desafío. Por ejemplo, para hacer la animación salimos en busca de un productor y nos costó muchísimo encontrarlo. Al principio, dimos con una productora de origen chino que fue la que nos aportó la animación de la mariposa que se ve al principio de la película. Con ellos nos reuníamos por videollamada a las 7 de la mañana o a las 7 de la noche, porque había que tener en cuenta el horario del otro lado del mundo.
Nos sucedió algo muy cómico. En un momento, ellos plantearon la posibilidad de colocar un oso panda en la selva misionera o que las topadoras se transformen, como en una película de acción. La razón, seguramente era que a ellos, esos condimentos les aseguraban cierto público, pero a nosotros nos desvirtuaba la historia. La diferencia cultural que existe con ellos es impresionante a diferencia de lo que pasa con la productora española Doñana SLL o la suiza Essence Film GmbH, con las que finalmente trabajamos.
¿Cómo fue el proceso para trabajar con actores niños?
Hicimos un casting de más de 600 chicos. Pero de una manera no tradicional. Yo me senté a charlar con cada uno y registramos grabaciones de todo. Sólo conversábamos. Los niños no actuaron en esa instancia. La idea era tratar de descubrir la esencia de cada uno. En la siguiente etapa, seleccionamos 60 niños y empezaron un entrenamiento de actuación a cargo de un equipo. De esos 60 quedaron 4 como actores principales y otros tantos como actores de reparto. Llegamos muy convencidos al rodaje porque conocíamos mucho a los niños actores. Sabíamos qué pedirle a cada uno.
¿Cómo es filmar en lugares naturales en Misiones?
Nosotros cuidamos mucho las locaciones. Nuestra filosofía dice que cuando salimos de un lugar donde rodamos algún tramo de la película, el mismo tiene que estar mejor de cómo lo encontramos. Eso es muy distinto con las productoras que vienen de afuera, porque no tienen el mismo respeto. Esas actitudes de descuido hacia las locaciones nos cierran puertas, porque la gente ve que los lugares se deterioran en los rodajes y no te dejan grabar más.
En Misiones todavía no existe el alquiler de locación. A veces convenis un pago con las autoridades del lugar y a veces te dejan grabar de onda, por eso todo debe quedar impecable y tiene que estar contemplado en los gastos de la producción. Si se rompe una pared, hay que volverla a hacer.
¿Es verdad que la producción se hizo en su mayoría con misioneros?
En su gran mayoría sí. La primera película que produjimos, que se llamó ‘Detrás del sol, más cielo’, tuvimos que traer todos los técnicos desde Buenos Aires. Hoy, salvo algunos, son todos misioneros. Se trata de intentar fomentar la industria cinematográfica en nuestra provincia. Nosotros creamos una escuela de producción y dirección de radio y televisión que está relacionada con el ISER. Los estudiantes que se destacan son convocados a trabajar como asistentes y después se convierten en directores. Eso mismo pasó con Guillermo Ursini, que fue el director de sonido de ‘Cara Sucia’, y tuvo un asistente de la escuela.

de la provincia de Misiones.
¿Cómo fue la elección de los personajes?
Nada es casual en las películas. Si hay algo que sucede de manera casual es un error. Los personajes son claros. La villana es una empresaria que proviene de Buenos Aires y quiere hacer negocios con empresarios extranjeros. Los protagonistas son niños que se transforman en animales y un mono que es una especie de curandero anciano que encarna muchos simbolismos. El objetivo es salvar la selva de las topadoras amarillas que quieren generar el cambio.
Es importante que las películas tengan contenido, sino quedamos un poco vacíos. En una pieza se dan múltiples mensajes. Sabemos que algunas personas los entienden y otras no. La película fue catalogada como una película ecologista, pero también tiene componentes políticos fuertes. La crítica principal es a la sobrevaloración del dinero en la vida, y a su utilización en contra de la naturaleza, y de muchas otras cosas en la vida, como por ejemplo la amistad.
¿Cómo crece la industria en Misiones?
Si no me equivoco, actualmente se filman 6 películas por año. Las mismas son trabajos que se asocian con producciones extranjeras y se filman acá. En nuestra provincia impulsamos la Ley VI–171 de Promoción Audiovisual que ya hace años que permite, entre otras cosas, que el dinero que las producciones consiguen en nuestro país para grabar vaya a productores locales y les dé, en muchos casos, la posibilidad de tener experiencia comprobable en más producciones. Eso es necesario para requerir financiación del INCAA, por ejemplo. Además, genera trabajo porque requiere técnicos y actores de la provincia, entonces se forma la cadena de crecimiento. La ley ha hecho realidad entre otras cosas el Instituto de Artes Visuales de la provincia.