Agustina Bazterrica: «El lenguaje es político»

Facundo Torres ([email protected])

La introducción del Lenguaje Inclusivo (LI) en el habla cotidiana renueva la discusión respecto a los usos del lenguaje, su historia y sus transformaciones a lo largo del tiempo. Defensores y detractores instituyen en torno al tema una nueva grieta que expresa, por sobre todas las cosas, el carácter construido y permeable de la lengua, y con ello, la disputa simbólica oculta detrás de las distintas maneras de expresarse.

«El lenguaje es político», resume la escritora Agustina Bazterrica, autora de ‘Matar a la niña’ (2013), ‘Antes del encuentro feroz’ (2016) y la premiada ‘Cadáver exquisito’ (2017). «Cada palabra que decimos reverbera, impacta, por lo tanto, aunque no sepamos qué perspectivas tiene el LI, lo significativo es la transformación de conciencia. Somos todes responsables de qué decimos y cómo lo decimos», sostiene.

Agustina Bazterrica.

Aceptación limitada y polémica

La discusión se reaviva en las últimas semanas debido a un muestreo elaborado por el Instituto de Ciencias Sociales y Disciplinas Proyectuales de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), que indica que sólo el 8% de los encuestados asegura utilizar frecuentemente el lenguaje inclusivo al momento de expresarse, y tan solo 3 de cada 10 personas prefieren utilizar la palabra «todes» para referirse a un grupo de personas de géneros diversos.

Aunque la muestra se reduce a un universo acotado, es una clara señal
de que el tema concita interés.

Los resultados de la encuesta, que se ha realizado de manera online, se basan en 2.800 respuestas, las personas consultadas tienen una edad promedio de 30 años y el área de indagación se focaliza en un sector de condición socioeconómica alta, lo que imposibilita medir seriamente el nivel de aceptación real de la sociedad argentina respecto al uso del LI.

De todas maneras, si se tiene en cuenta el poco tiempo transcurrido desde que se instaló el debate, los resultados pueden interpretarse incluso como un avance en términos de aceptación para una lógica de la comunicación que se propone reestructurar en sus aspectos esenciales la forma de expresión histórica del castellano.

«Sin duda, con cada cambio de paradigma hay una enorme resistencia. Como dijo John Stuart Mill: «Todo gran movimiento se ve obligado a pasar por tres fases: ridículo, polémica y aceptación». El cambio del lenguaje es necesario porque genera polémica y aumenta la conciencia crítica, pero no es suficiente. Se requiere que la equidad e inclusión acompañen a las palabras», sostiene Bazterrica.

«El LI es viable porque cumple una función urgente de sensibilización y transformación social. No sabemos si será algo que permanezca en el tiempo. Quizá llegue a permear en todas las sociedades, tal vez genere una nueva matriz cultural. Pero la lengua está viva y se modifica, y al cambiar altera nuestra percepción social, lo que a su vez nos invita a ‘re-nombrar’. Hoy, ahora, lo que importa es que el uso del LI pone en foco desigualdades, nos revela la matriz opresora y excluyente del patriarcado y la heteronorma», continúa la escritora y licenciada en Artes por la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Las ‘normas’ del habla

Desde un inicio, una de las voces más críticas en contra del uso de lenguaje inclusivo ha sido la Real Academia Española (RAE), autodefinida como una «institución cultural dedicada a la regularización lingüística entre el mundo hispanohablante». La posición oficial establece un rechazo categórico al lenguaje inclusivo por considerarlo innecesario, ya que el género masculino «puede abarcar al femenino en ciertos contextos».

Sin embargo, recientemente ha trascendido que el Observatorio de Palabras del organismo estudia la incorporación del pronombre ‘elle’ al diccionario oficial. Si bien la presencia de un término en el observatorio no implica su aceptación, la definición brindada por la RAE ya da cuenta de un cambio paulatino de paradigma: «un pronombre de uso no generalizado creado para aludir a quienes puedan no sentirse identificados con ninguno de los dos géneros tradicionalmente existentes». En definitiva, la aceptación de la necesidad de incorporar vocablos que aludan a géneros no binarios, es decir, además del masculino y el femenino.

«El habla es algo vivo, orgánico, complejo, que se construye en diálogo con lo real y a su vez genera realidad», observa al respecto Bazterrica, que recibió el premio ‘Clarín Novela 2017’ por su libro ‘Cadáver exquisito’. «Cuando aumente la equidad con las mujeres y minorías y se generalice, es probable que lo que nombramos hoy quede obsoleto y necesitemos nuevas palabras», agrega.

Uso institucional

El informe citado de la UADE también señala que 7 de cada 10 encuestados están en desacuerdo con el uso del LI en las comunicaciones oficiales del gobierno y en las universidades. En efecto, diversas instituciones públicas tanto de índole educativa como de gestión de todo el país han comenzado a incorporar oficialmente su uso. El Banco Central, la empresa estatal Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) y las universidades nacionales de Buenos Aires, Rosario y Córdoba, son algunos ejemplos.

A nivel nacional, el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad propicia el uso de LI a través de (Re)nombrar, una «guía para una comunicación con perspectiva de género». Y el presidente Alberto Fernandez lo ha utilizado en varias ocasiones para referirse al público general. «Cuando uno dice ‘todes’ no está haciendo el ridículo, le está hablando a algunos a los que nunca les hablaron. Este país es de todas, todos y todes y es un esfuerzo que tenemos que hacer», había expresado el mandatario durante un acto en julio pasado.

El Presidente de la Nación Alberto Fernández, junto al Jefe de Gabinete Santiago Cafiero y la ministra Elizabeth Gómez Alcorta, titular del Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación.

La incorporación de hecho y no sólo de forma a la comunicación oficial del gobierno indica que el uso del lenguaje inclusivo irá intensificándose con el tiempo, y con ello, también su grado de aceptación. En todo caso, la polémica que despierta en la sociedad es la demostración de que no se trata sólo de un capricho fonético sino más bien de una disputa de sentido, de una nueva trinchera cultural que tiene como objetivo generar mayor equidad, a partir de temas tan sensibles como la identidad sexual y la igualdad de género.

Al respecto, la escritora Agustina Bazterrica es terminante: «hay personas y grupos que promueven la resistencia a la inclusión de todo tipo, no sólo a través del lenguaje. Tenemos que seguir trabajando. También se creía que las mujeres no teníamos que votar… y aquí estamos».